de Yaron Zilberman. EE.UU., 2012. 105’.
3 de septiembre de 2013. Cines Centro, Gijón.
3 de septiembre de 2013. Cines Centro, Gijón.
Un famoso cuarteto de cuerda neoyorkino prepara un nuevo concierto. Pero al veterano violonchelista que lo lidera le han diagnosticado un Parkinson que le impedirá seguir interpretando. La inesperada noticia compromete el futuro del grupo. Y despierta tensiones que la música había atemperado.
Solo íbamos a los Cines Centro en noviembre. Para ver las películas del Festival de Gijón. El resto del año esperábamos a que llegaran a los Cines Marta, sus salas hermanas. Pero este Último concierto ya no llegará a Avilés. Así que hemos tenido que estrenar con él nuevos hábitos. Por fortuna la película ha sido extraordinaria y ha compensado la tristeza del viaje. Quizá sean la música y el cine las artes que más emocionan. Las que mejor expresan sentimientos humanos. Seguramente por eso las interpretaciones de estos magníficos actores-músicos son aquí doblemente conmovedoras. Conmueve la viola de Juliette (y la capacidad de Catherine Keener para encarnar a un personaje que está en medio de tantas tensiones). Conmueven los violines de Robert y Daniel (y la maestría de Philip Seymour Hoffman para dar vida a un hombre complejo y acomplejado que tan poco se parece a aquel impresionante lider que interpretó en The Master). Y conmueve el violonchelo de Peter (y la contención de Christopher Walken para interpretar a un músico que sabe que nada habrá merecido la pena si el final de su carrera es el final de ese cuarteto). Aunque solo fuera por momentos tan emotivos como la lección que transitivamente nos da Pau Casals en la escena en que Peter habla a sus alumnos o por la interrupción del concierto Opus 131 que Beethoven escribió sin silencios, la película ya sería más que recomendable. Pero interpretada y dirigida con tanta maestría, la historia de los desacuerdos de este cuarteto se hace tan extraordinaria cinematográficamente como parecen serlo musicalmente sus acordes.