6 de agosto de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca. V.O.S.
Un viejo profesor de música que acaba de jubilarse recibe una carta del museo judío de Belgrado. Han encontrado una caja enterrada en lo que fue el campo de la Feria en los años treinta y un campo de concentración en los cuarenta. La caja contiene una partitura inconclusa compuesta por otro músico. Su padre.
Una fotografía cálida y una gestualidad parsimoniosa. Esa podría ser la síntesis de esta película. No cabe dudar de la capacidad de Mustafá Nadarevic para aguantar primeros planos que subrayan la venerable bonhomía de ese viejo profesor. Tampoco de las buenas intenciones de Paskaljevic al rendir homenaje a judíos y gitanos denunciando el olvido que su sufrimiento quizá haya tenido en su país. Pero las mejores intenciones y las causas justas no hacen buena a una película. Al contrario. Obligan a más.