16 de agosto de 2014. Multicines Béjar, Béjar.
En un futuro no muy remoto Peter Quill roba una extraña esfera para venderla. Sus extraordinarios poderes pueden resultar peligrosos según en qué manos caigan. Así que, sin pretenderlo, este aventurero acaba formando un extraño equipo con un mapache muy hábil para componer artilugios, un humanoide vegetal que solo dice su nombre, un forzudo tatuado que no entiende de metáforas y una bella guerrera de color verde. Los cinco serán los guardianes de la galaxia. Y la salvarán.
Debo advertir que no es el tipo de cine que me fascinó en la adolescencia. De Marvel tengo referencias, pero no soy devoto. La guerra de las galaxias la vi en la fila uno del cine Almirante tras una larga cola el día del estreno, pero no recuerdo si fui a ver al cine los capítulos siguientes. Pero aunque las apopeyas de los superhéroes no me impresionan, el cine más espectacular siempre me ha atraido. Desde el más cutre de aviones que se van a estrellar y al final son salvados por pardillos como yo hasta las inquietantes imágenes con que Spielberg imaginó La Guerra de los Mundos o la manera en que Blomkamp creó un Distrito 9 para pobres alienígenas y un satélite llamado Elysium para ricos terrícolas (por no hablar de la magnífica ingravidez de Cuarón). Pero más que un gusto deliberadamente cultivado tomo esta querencia como cierta parafilia cinematográfica. Así que si digo que esta película me ha encantado debe tenerse en cuenta que soy un profano en el cine de superhéroes y aventuras galácticas. Pero sí. He disfrutado de principio a fin con estos Guardianes de la galaxia. Los personajes no parecen remedar a los de ninguna película anterior. Los artefactos que usan y las cosas que hacen me fascinan tanto como supongo que le sucedería a un tipo del siglo XVIII que entrara hoy en una tienda de Apple. Nada me parece previsible. La música setentera que escucha nuestro majísimo héroe en una cassette hace un maridaje perfecto con la naturalidad con que vemos carnes y metales mezclados en este mundo de seres de colores en el que la tecnobiodiversidad parece haber llegado al paroxismo. Así que lo tengo muy claro. Estos Guardianes de la galaxia ya me tienen abducido. Sin esperar a las críticas ya sé que iré al estreno de su secuela. Aunque tenga que verla en la fila uno.