24 de noviembre de 2014. Cines Centro, 52º Festival de Cine de Gijón (sección: Brillante Mendoza). V.O.S.
John-John es un niño de tres años que vive en un barrio pobre de Manila. Su madre actual es Thelma, una mujer estupenda que cuida de los niños abandonados que una fundación pone a su cargo antes de que sean adoptados. Vemos los últimos días de John-John en ese entorno pobre. Y también su entrega a una familia americana en un lujoso hotel de Manila.
Una película extraordinaria. Esa es la impresión con que salgo de ver esta joya de Brillante Mendoza, el director filipino al que el festival dedica una sección especial este año. Tras el plano inicial de los rascacielos de Manila, la cámara baja y me muestra en primer plano un entorno de chabolas. Luego me lleva a descubrir la vida que albergan. A conocer algunas de las personas que allí viven. Siento que todo lo que veo sucede en tiempo real y es una historia verdadera. Disfruto contemplando escenas prodigiosas como la del baño de John-John, sus deliciosas meadas en cualquier parte, la forma en que el hijo adolescente de Thelma prepara la comida y demuestra que ha heredado la calidad humana de su madre. Luego salimos juntos de ese entorno humilde y nos vamos al hospicio del que Thelma recibirá dos nuevos niños después de entregar a John-John. Allí veo a más niños y a ella acariciando al más pequeño y desvalido. De camino al hotel Thelma nos da otra lección de dignidad y solidaridad cuando un pobre se acerca al taxi y le pide limosna. Ya de noche nos encontramos con la familia americana y dejamos a John-John. A la salida acompañamos el llanto desconsolado de Thelma. La cámara de Brillante Mendoza es perfecta. Nos pone al lado de esos seres que uno quisiera no dejar nunca. Pero también se queda quieta cuando debe: lejos y sin importunar a la madre que se despide del niño, haciéndonos ver desde abajo cómo ella y su hijo adolescente suben esa escalera final que parece una metáfora. Ya digo, hoy he visto una película extraordinaria.