8 de febrero de 2016. Cinema Maldá, Barcelona.
Fernando es invitado por su amigo Miguel Ángel a pasar unos días en Menorca. La excusa es filmar un documental sobre la isla y así ir superando el bache profesional de este maduro que se dedicaba a dirigir anuncios publicitarios. Allí conocerá a una escultora y a su hija. Con la hija tendrá muy buena sintonía. Y también querría tenerla con la madre.
Fernando Colomo está estupendo en ese papel estival que se regala como director y guionista de una historia que tiene momentos deliciosos de naturalismo descuidado y encantador. También es muy agradable la forma en que se presenta la relación entre la escultora y su hija y la de ésta con sus novios. Así que confirmo la buena impresión que me habían transmitido de esta película que me perdí hace unas semanas en el Valey. Esta noche he podido disfrutarla en este Cinema Maldá que ya ha cumplido setenta años y que ofrece una magnífica programación de sesión continua en versión original. Como la de los flamantes Balmes Multicines que ayer conocimos y que, inaugurados hace poco más de un año, dedican sus doce salas a proyectar en versión original. Son muchos los motivos por los que uno quiere y envidia tanto a esta ciudad. Y el cine no es el último de ellos.