6 de febrero de 2016. Cines Verdi, Barcelona. V.O.S.
Un profesor de filosofía parisino es destinado por un año a Arrás, un lugar que alguien como él solo puede detestar. Por suerte, han organizado sus clases de modo que solo tenga que estar allí de lunes a miércoles. En ese tiempo conoce a una simpática peluquera cuya dulce banalidad no puede estar más lejos de su forma de ver la vida. Sin embargo, entre los dos surge una relación que ella entiende como un amor perfecto y él no sabe cómo interpretar.
Una historia dulce propicia para esas situaciones curiosas que depara el contacto entre mundos inconmensurables. No es mi tipo es tan aparentemente trivial como la vida y la cultura de esa deliciosa peluquera que borda Émilie Dequenne en una interpretación más que notable. Pero con un guión impecablemente calculado, la película es también una fina burla de la burguesía cultural francesa, del elitismo y el clasismo que caracteriza esa distinción de la que habló Bourdieu. Vaya, yo también me estoy poniendo cultureta y parece que rescato el valor de la película incorporándola al mundo intelectual del profe de filosofía y no al intuitivo saber vivir de la peluquera. Pero no, creo que lo mejor de No es mi tipo es precisamente que es para (y desde) todos los públicos, que propicia encuentros entre miradas sobre la vida y la cultura (y también sobre el amor) que habitualmente no se cruzan. Siendo formalmente tan distinta, el diálogo que establece esta película con El marido de la peluquera de Patrice Leconte (y no solo en el final de las historias) es un aliciente más de esta estupenda historia que hasta en el título juega con el espectador.