5 de marzo de 2019. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.
Los últimos tiempos en la vida de Van Gogh. Los más apasionados, los más dramáticos y también los más productivos. Vemos su búsqueda de la luz y de los colores radicales en los paisajes franceses. Y el sufrimiento de una personalidad torturada que tuvo casi todo en contra.
La semana pasada vi otra película sobre Van Gogh. Pero tiene poco que ver con esta. Van Gogh, a las puertas de la eternidad está dirigida por un cineasta que también es pintor y fotógrafo y eso se nota (de Julián Schnabel tengo un curioso recuerdo de cuando presentó en pijama aquí su exposición de fotografías en los primeros tiempos del Niemeyer). Además de una reivindicación de aquel pintor aterrado, Schnabel quiere que la forma sea coherente con el contenido y para ello mueve su cámara con rapidez y plantea los planos con la voluntad de captar unas atmósferas tan densas como las pincelanas del pintor retratado. Pero, para que la película trascienda el mero relato de los últimos tiempos de la vida de Van Gogh (algo que no conseguía Loving Vincent de Dorota Kobiela y Hugh Welchman), Schabel cuenta con un actor extraordinario como es Willem Dafoe. Si en la película sobre Pasolini de Abel Ferrara el actor se transmutaba en el gran intelectual y cineasta italiano, aquí consigue un prodigio similar con el pintor holandés. Así que la coherencia entre la forma y el contenido (seguramente demasiado áspera para ciertos gustos cinematográficos) y la presencia de un Willem Dafoe superlativo hacen que uno agradezca que Schabel se haya atrevido a homenajear a un pintor sobradamente conocido y reconocido, pero no por ello menos fascinante.