de Agnès Varda. Francia, 1977. 115’.
12 de mayo de 2022. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Ahora que el cainismo no parece ser solo masculino y se ha infiltrado también en ciertos sectores del feminismo da gusto comprobar que las mujeres no tienen motivos para caer en el adanismo, esa otra tentación tan peligrosa de querencias amnésicas. La frescura y lucidez con que Agnès sabe poner la cámara y la forma tan hermosa en que retrata a estas amigas de las complicidades sin reproches nos recuerda que hace casi sesenta años había muchas mujeres que no solo tenían ansías de libertad sino que ponían todo su empeño en no aplazarla a un futuro perfecto. Una canta, la otra no tiene delicadeza, derivas imprevistas, música y cartas, muchas cartas, en las que esas dos mujeres se dicen (o piensan en decirse) muchas cosas. Es la sinceridad alegre, poderosa y esperanzada del mejor feminismo. El que se sabe unido y fuerte. El que se acepta plural.