de Justine Triet. Francia, 2023. 150’.
14 de diciembre de 2023. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Sandra es una escritora alemana que vive en los Alpes con su marido y su hijo ciego. Una periodista ha llegado a su casa para hacerle una entrevista, pero el volumen de la música que su marido ha puesto les obliga a dejarla para otro día. El niño sale a pasear un rato con su perro lazarillo. Cuando regresa, su padre yace muerto en la nieve. Parece que ha caído desde la casa. Pero no está claro si se ha suicidado o lo ha matado su madre.
Sandra Hüller está estupenda en el papel protagonista de esta mujer
que se ha de enfrentar en el juicio a los relatos posibles sobre la muerte de su marido. Con mucho más tino que en El reflejo de Sibyl,
Justine Triet compone una historia en dos tiempos (el de la caída y el del proceso) con muchos aciertos formales. Desde
los primerísimos planos del comienzo hasta la impresionante fuerza de la escena de la pelea que comienza como
audición, continua con la mayor intensidad teatral y
termina solo con sonidos (como
percibe el mundo ese niño ciego tan lúcido). Como película de juicios, Anatomía de una caída es otra notable aportación a un tema que ya casi constituye un género: desde Matar a un ruiseñor, de Robert Mulligan, hasta Tribunal, de Chaitanya Tamhane, Negación, de Mick Jackson, Gett: el divorcio de Viviane Amsalem, de Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, Argentina, 1985 de Santiago Mitre o, sin salir de Francia, El acusado, de Yvan Attal, o la estupenda La chica del brazalete, de Stéphane Demoustier. Anatomía de una caída da que pensar sobre el sistema judicial como ceremonia de construcción de relatos con apariencia de verdad empírica. Casi una religión con monaguillos histriónicos (los fiscales), sacerdotes altivos (los jueces) y mucha devoción entre los parroquianos. Así que bienvenido sea el éxito que está teniendo esta interesante película si favorece la apostasía judicial de los feligreses.