miércoles, 1 de mayo de 2024

Rivales

de Luca Guadagnino. EE.UU., 2024. 131.
1 de mayo de 2024. Multicines Béjar.

Tashi, una tenista muy prometedora y muy guapa, tuvo que retirarse de las pistas por una grave lesión. Poco antes había conocido a Patrick y a Art,  dos tenistas muy amigos que también eran muy prometedores y muy guapos. Tashi se casó con Art y desde entonces ha sido su entrenadora. Ahora Patrick y él vuelven a enfrentarse de nuevo. Y no solo en la pista.

Ver esta película al día siguiente de que Nadal se haya despedido para siempre de las pistas madrileñas resulta muy especial. Con un guion muy cuidado, un complejo manejo de los tiempos, una puesta en escena y un montaje radicalmente juguetones y una música magnífica, Luca Gadagnino le saca el mejor partido a este joven trío de intérpretes (Zendaya, Josh O'Connor y Mike Faist) metidos a brillantes jugadores de la pista y del amor. El tenis no tiene casi nada que ver con otros espectáculos deportivos, al menos por tres motivos. Porque sus reglas obligan a que nunca nadie pueda dar nada por ganado ni por perdido. Porque su exigencia de habilidad física y concentración mental depara instantes cuya belleza y precisión recuerda a los de la danza. Y sobre todo, porque se trata de una religión que exige de los oficiantes y los fieles la comunión absoluta con el silencio. Un culto que, en esto, emparenta al tenis con el arte de las artes, es decir, con el teatro. Reconozco que en Rivales no vemos realmente tenis porque su estructura es demasiado sincopada y trepidante. Pero Luca Guadagnino, además de sacarle mucho partido a los paralelismos entre el combate agónico de dos virtuosos de la raqueta y el de los combatientes del amor, presupone en el espectador ciertos sobreentendidos que le permiten jugar con las polisemias de las conversaciones entre esos rivales y la mujer que ocupa el centro de la pista. Así que da gusto ver una película que quizá anime a algunos a ver, en silencio y concentrados, un buen partido de tenis. En todo caso, deben saber que en el tenis no hay noventa minutos, ni prórrogas, ni tandas de penaltis. Lo que hay es mucha atención, mucha intención y mucho silencio.