11 de julio de 2013. Cines Marta, Avilés.
Frank vive solo y está perdiendo la memoria. Su hijo se preocupa y le lleva un robot para que le ayude. La resistencia inicial hacia el intruso se convierte en sintonía con el cómplice.
Una sencilla historia sobre un futuro posible en el que se cumplen las tres leyes de Asimov. Frank Langella compone un retrato perfecto de ese deterioro incipiente en el que perder la memoria no es tan importante como perder la dignidad. Su compañero sin nombre (“ya sabes que no pienso, luego no existo”) también se hace querer. Sobre todo por esa complicidad que le permite a Frank volver a hacer lo que más le gustaba: atracar con estilo. Las referencias a los libros que agonizan, a las lecturas compulsivas y a ese Quijote que es la primera joya que Frank y su fiel sirviente consiguen robar, hacen que la película sea muy sugerente. Quien quiera reflexionar sobre la identidad y la naturaleza humana encontrará excusas para hacerlo en esta agradable historia sobre la frágil memoria de un hombre y la memoria reseteable de un robot.
Una sencilla historia sobre un futuro posible en el que se cumplen las tres leyes de Asimov. Frank Langella compone un retrato perfecto de ese deterioro incipiente en el que perder la memoria no es tan importante como perder la dignidad. Su compañero sin nombre (“ya sabes que no pienso, luego no existo”) también se hace querer. Sobre todo por esa complicidad que le permite a Frank volver a hacer lo que más le gustaba: atracar con estilo. Las referencias a los libros que agonizan, a las lecturas compulsivas y a ese Quijote que es la primera joya que Frank y su fiel sirviente consiguen robar, hacen que la película sea muy sugerente. Quien quiera reflexionar sobre la identidad y la naturaleza humana encontrará excusas para hacerlo en esta agradable historia sobre la frágil memoria de un hombre y la memoria reseteable de un robot.