17 de octubre de 2014. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Una Francia en crisis que va a eliminar un mes del verano está celebrando el 14 de julio. Ese día una chica conoce a un vigilante de un museo. Para que prospere su amor se van a la playa con algunos amigos. En plan loco.
Habrá quien busque filiaciones surrealistas para defender esta bobada, pero los vestidos cortos y bikinis de ellas y los gags y chorradas de ellos los encuentro muy adecuados para aquel tipo de espectador rijoso y de risa floja que tanto disfrutaba con las películas de Fernando Esteso. Lo triste es que mientras llegan a nuestras pantallas cosas como esta, no encuentran hueco en ellas magníficas películas españolas que ni siquiera se proyectan en el circuito del cine off. Estoy pensando, por ejemplo, en El tiempo de Plácido Meana, el primer largometraje de Kike Narcea. Una película que compartiría con La chica del 14 de julio cierta voluntad de género (transgresor). Pero la española es mil veces más corrosiva, inteligente y atrevida que esta tontería francesa. Algo que se advierte en cortos anteriores como ¡Tía, no te saltes en eje! o Tuputamadre. Se pueden ver en Internet.