6 de octubre de 2016. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Un mezclador de sonido acude a un estudio italiano para trabajar en una película de terror. Es un inglés muy tímido y educado que sufre con las imagenes a las que tiene que poner sonido. Y con el trato de esos extraños cineastas italianos.
Tan opresiva y singular como The duke of Burgundy, la siguiente película de Peter Strickland sobre una relación sadomasoquista entre dos mujeres. La obsesión de aquellas amantes por las mariposas y las polillas era tan intensa como la de estas extrañas gentes del cine por el sonido analógico y artesanal. Berberian Sound Studio tiene también encuadres bellos y planos elegantes. Pero aunque por el tema despertará más pasiones cinéfilas que aquel masoquismo femenino tan singular, a mi me resulta igualmente tediosa. Y como dije sobre The duke of Burgundy me habría gustado mucho más si hubiera durado media hora menos.