6 de enero de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.
Cincuenta años separan las escapadas a Nueva York de Ben y de Rose. Él es un niño que acaba de quedarse sordo por un rayo y que, tras la muerte de su madre, intenta encontrar a su padre con las únicas referencias de un viejo libro del Museo de Historia Natural y la dirección de una librería. Ella es una niña sorda que busca en un teatro de Nueva York a su madre porque no quiere vivir con su padre. Ben conoce a un niño de Queens con el que descubre un antiguo gabinete del museo y encuentra la librería en la que se unen las dos historias.
El director que retrató los años cincuenta en esa magnífica historia de amor femenino que es Carol nos lleva a las calles del Nueva York de los años veinte y los setenta con esta historia estupendamente ambientada que, ya solo por eso, sería una gran película. Pero al decidir que sus protagonistas sean sordos y que percibamos el mundo desde esa circunstancia durante buena parte de la película, consigue acercarnos a la belleza expresiva de ese cine mudo que, por tantos motivos, cautiva a Rose. Las historias de esos niños que buscan en Nueva York el sentido de sus vidas se intercalan magníficamente en el primer tramo de la película presidido por la hipnótica mirada con que los dos van descubriendo esa maravillosa ciudad con medio siglo de diferencia. Pero los vínculos entre las dos historias, con momentos tan hermosos como el encuentro en la librería o la noche en el museo de Queens, están tan bien trabados (con los lobos, la exposición sobre el origen de los museos, la tormenta, el meteorito, el rayo, las notas escondidas en los libros y en las maquetas...) que hacen de Wonderstruck una película cautivadora que da tanto gusto ver por las atmósferas de las dos historias como por el relato que las une. Así que, tras haber firmado películas tan evocadoras como Carol y esta, ojalá que Haynes nos lleve pronto a cualquier otra época.