8 de enero de 2018. Teatro Filarmónica, Oviedo.
Un niño vive en el bosque con un hombre y una mujer que no son sus padres. Ella perdió a su hijo y desde entonces quedó pasmada. Él le trajo a este otro quizá para compensarla. El hombre es un paramilitar guatemalteco que no dudó en asesinar al hermano del niño. Pero, ahora que su jefe le pide que lo mate, le asaltan muchas dudas. El niño vive en un mundo imaginario con el hermano pequeño que murió. Pero quizá podría tener otra vida con esa hermana mayor que ahora lo ha encontrado.
Se abre la VI Muestra de Cine Social y Derechos Humanos con esta película que hoy han presentado Chema Rodríguez y José Javier Martínez, el actor que borda el papel de ese paramilitar áspero y doliente (aunque se hace extraño ver a un actor español haciendo de guatemalteco humilde). Los gigantes no existen es una ficción inspirada en hechos reales que sucedieron en Guatemala en los años ochenta. Por el tema tiene algo que ver con Claudia, el estupendo documento teatral que vimos hace un mes en el TNC de Barcelona. Y por la forma me ha recordado a la historia silente de La última tierra, la magnífica película del paraguayo Pablo Lamar que vimos hace año y medio en el Eye de Amsterdam. Sin embargo, aunque me ha gustado más que Anochece en la India (la otra película que he visto de Chema Rodríguez), lo que se cuenta y cómo se cuenta no tiene la intensidad de esas otras dos estupendas historias. En el coloquio que siguió a la proyección se habló del drama real de aquel niño que se acabó convirtiendo en el abogado que logró que fueran juzgados los responsables de aquella masacre. Así que las hermosas imágenes del lago Atitlán y de los pueblos del entorno y el interesante coloquio tras la película casi me hacen perdonar esa estúpida anglofilia que nos obliga a soportar esa manía festivalera de proyectar las películas con subtítulos en ese idioma y que hoy nos ha dejado en ascuas sobre el contenido de lo que se dice en lengua maya (a nadie se le ha ocurrido subtitularlo en español). Por si eso fuera poco, hemos tenido que leer también en inglés la información final en la que se relaciona la historia de esta película con la tragedia que se vivió en Guatemala hace más de treinta años. No sé si el inglés acabará imponiéndose como lengua franca en el mundo, pero desde luego son muchos los españoles que hacen todo lo que pueden para que eso ocurra.