de Ridley Scott. EE.UU., 2023. 158’.
26 de noviembre de 2023. Cines Parqueastur, Corvera.
Napoleón Bonaporte. Desde que ganó su primera batalla a los ingleses
hasta que lo pusieron en su sitio en Waterloo. Crónica anglófila
de las obsesiones de un tirano que solo parece humano en su locura
de amor.
"Los generales tienen cosas mejores que hacer que tirotearse entre ellos". Se lo dice Wellington a un soldado que tiene a tiro a Napoleón en la batalla de Waterloo cuando le pide permiso para disparar. Y tenía razón. Los generales, y en general todos los que desde el paleolítico han decidido las guerras, tienen en común tres cosas: armas, banderas y testosterona. Y están siempre de acuerdo en no resolver sus desavenencias hablando ni matándose entre ellos. En estos días en que Netanyahu levanta la antorcha y el espíritu del mal, da bastante grima contemplar esta espectacularización de las batallas decimonónicas para recordarnos lo malo que era Napoleón y lo buenos que son siempre los ingleses. El fundido en negro final con las cifras de los millones de muertos en las batallas que él libró sería muy encomiable como alegato pacifista si se correspondiera con actuaciones contundentes desde Estados Unidos y el Reino Unido (muy unidos siempre los dos) ante lo que está pasando en Gaza. Ridley Scott ha hecho buen cine otras veces. Pero habría estado bien que, antes de meterse en las guerras de Napoleón, hubiera visto con atención una película poco conocida sobre el final de otra. Me refiero a Sobre la historia natural de la destrucción, un excelente antídoto contra la anglofilia bélica. Por lo demás, a Joaquin Phoenix le sienta mucho mejor la sonrisa del Joker que el gesto desabrido de este Napoleón.