viernes, 4 de octubre de 2019

Joker

de Todd Phillips. EE.UU., 2019. 121.
4 de octubre de 2019. Cines Parqueastur, Avilés.

Arthur Fleck es un bufón sin gracia. Un tipo raro que se ríe cuando no quiere y al que no quiere casi nadie. Ha estado en un psiquiátrico y no recuerda haber tenido nunca un instante de alegría. Arthur malvive haciendo de payaso y acompaña a su madre que sigue esperando la ayuda de un potentado que ahora se presenta a alcalde y que, según ella, sería el padre de Arthur. Los recortes acaban con la atención psicológica que recibía. También con sus medicinas. Así que la aspereza de un entorno que no le entiende acaba provocando en él reacciones violentas. Las máscaras de payaso se extenderán por la ciudad. Y también la tensión en las calles.

Joaquin Phoenix será recordado por este papel. Y tendrá bien merecidos todos los premios que reciba. Joker es la tragedia de un hombre que sufre. Un retrato áspero de la ausencia de empatía. Un ensayo nihilista sobre la risa. Todo eso con una ambientación urbana impecable que nos sitúa en los años setenta u ochenta y con una banda sonora de lo más pertinente (cuando hay música y cuando no) que crea la atmósfera más adecuada para acercarnos a la tragedia de este hombre ridículo evitando cualquier subrayado. El recuerdo de Taxi driver resulta inevitable y aún más con la presencia de Robert de Niro en un personaje que sirve de contrapunto en muchos sentidos al del bufón. Joker es además una película que respeta a todos sus públicos subtitulando las canciones y poniendo en español los textos que aparecen. Un ejemplo de cómo debería tratar siempre la industria americana a los públicos no anglosajones. Lucrecia Martel presidía el jurado que le dio el León de Oro en la reciente edición del festival de Venecia, así que aquel premio no fue condescendiente y no sería raro que esta singular película pudiera convertirse en un clásico de nuestro tiempo. Una historia trágica llena de risas, un alegato político, una crítica de la patologización de la diversidad. Joker es una película accesible pero con muchas capas. También es un juego de espejos morales. Así que el espectador no sale seguro de si lo que ha visto es a un bufón que merece compasión o al detonante (heroico o diabólico) de una revolución. Por eso Joker, además de una magnífica película, es un catalizador de reflexiones morales.