10 de mayo de 2016. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Fúsi es un enorme pedazo de pan. Un tipo inmenso que en el aeropuerto descarga equipajes, que en su casa juega con maquetas bélicas y que a sus más de cuarenta años sigue viviendo con su madre como si fuera un niño. Su vida está hecha de rutinas sin ambiciones. Y su carácter pánfilo le hace no reaccionar ante las maldades de sus compañeros de trabajo pero sí hacer feliz a una niña jugando con ella. La vida de Fúsi empieza a cambiar cuando en una clase de baile conoce a una mujer que lo aprecia. Ella trabaja con la basura, pero querría hacerlo con las flores. Su carácter es alegre, pero también tiene fases muy depresivas. A pesar de las dificultades, el corazón gigante de Fúsi siempre querrá lo mejor para ella.
Otra hermosísima historia islandesa. Otra vez intimista. Otra vez sobre seres humanos singulares. Como varias de las que he visto de ese país del que últimamente nos llega un cine más que notable. Esta película, urbana y casi de interiores, sobre este inmenso personaje que interpreta magníficamente Gunnar Jónsson me ha recordado a otras en las que la bondad radical también era la principal seña de identidad de unos seres humanos con cuerpos también muy grandes. Estoy pensando, por ejemplo, en Teddy Bear de Mads Matthiesen o en All or nothing de Mike Leigh. Sencillas y buenas historias sobre la bondad que es capaz de albergar la sencillez humana.