17 de mayo de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.
Una operación teledirigida para capturar a un grupo de yihadistas. La mesa de mando político-militar está en Londres. Los drones (enormes y diminutos) vigilan una casa en Kenia. Y los pilotos dirigen sus cámaras y sus armas desde una base militar en Nevada. Al saberse que los yihadistas están preparando un atentado suicida los planes cambian y la orden es lanzar un proyectil contra la casa para matarlos. Pero una niña que vende panes al lado de la casa hace dudar al piloto del dron y hace que se evalúen de nuevo los daños colaterales que tendría esta misión.
¿Decidirías la muerte de un inocente para salvar la vida de ochenta? Un dilema como ese es el que plantea este thriller sobre drones y problemas éticos. Quienes se enfrentan a ellos son militares y políticos que se miran con recelo. Por sus diferentes maneras de afrontar las decisiones. Por las distintas lógicas de sus cadenas de mando. El espectador puede situarse con los militares que deciden rápido y resuelven los dilemas como si fueran problemas de cálculo. O con los políticos que manejan plazos más largos y escenarios más complejos. Seguramente en la realidad será menor la nitidez con que los que deciden perciben las consecuencias de sus actos. Y mayor la velocidad con que toman sus decisiones. En todo caso, adoptar el punto de vista de estos espías que pueden ver y matar desde el cielo hace que este thriller ético resulte de lo más interesante.