lunes, 23 de mayo de 2016

Nueve cartas a Berta

de Basilio Martín Patino. España, 1966. 92.
23 de mayo de 2016. Centro Niemeyer, XV Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.


Lorenzo vuelve a Salamanca después de pasar un tiempo en Londres. Allí ha conocido a Berta, la hija de un profesor exiliado con la que mantiene una intensa correspondencia al regreso. Su recuerdo contrasta con la inercia de la vida cotidiana en su ciudad. La de un noviazgo convencional, una familia tradicional y una vida de estudiante bien distinta a la de Londres. En esas nueve cartas a Berta le irá contando lo que siente.

Hoy el festival de cortos ha tenido el acierto de proyectar este clásico del cine español que ha resistido magníficamente el paso del tiempo (exactamente medio siglo). Hay muchas películas en estas Nueve cartas a Berta. La que habla desde esa voz interior de la crisis existencial de ser joven en una España muy vieja. La que ya impugnaba magistralmente las fronteras entre el documental y la ficción cuando José Luis Guerín aún era un niño. La que consigue que una ciudad muy bella y una mujer que no vemos sean tan protagonistas como Emilio Gutiérrez Caba (qué bien dialogarían en una sesión doble Nueve cartas a Berta y En la ciudad de Sylvia). La que habla de España, de las dos Españas, las de esos padres condenados al exilio o al silencio. La que es una lección de escritura cinematográfica en ese texto que es quizá la voz en off más pertinente de la historia de nuestro cine. La que hace dialogar a la Salamanca provinciana con un Madrid que aún está lejos de ser alegre y con esos pueblos de la sierra que parecen aún próximos a los que retrató Buñuel un poco más al sur. La de la maestría en el encuadre y en el movimiento de cámara (memorable ese giro de trescientos sesenta grados en medio del gentío en una Plaza Mayor en la que increíblemente nadie mira a la cámara). La que da gusto ver pensando que quien casi inauguró su carrera como cineasta con una película tan memorable la haya cerrado con ese precioso legado optimisma que es Libre te quiero.  Así que ha sido una gozada poder ver esta tarde Nueve cartas a Berta en una sala como la del Niemeyer. Lástima que no sea la primera de un ciclo detallado sobre este gran director que, por su tierra y su mirada, me resulta tan próximo.