25 de mayo de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Caza mayor en África. La practican austriacos a los que vemos acechar y matar ñus, antílopes, cebras y hasta jirafas. Lo que hacen es tan simple y patético como sus declaraciones.
Tras aquel descenso a las entrañas de una sociedad enferma en que consistía En el sótano, Ulrich Seidl continúa retratando la inocencia con que algunos de sus compatriotas nos muestran su lado más salvaje. En este caso nos lleva de safari con ellos y nos hace contemplarlos mientras acechan animales magníficos, apoyan sus rifles en trípodes y les disparan. Asistimos a su estúpida emoción tras la proeza, a la espera a que el animal muera, a la preparación de fotografías tan indignas como la del cartel de la película. Vemos también a las variantes más paquidérmicas de esta fauna austriaca tomando el sol en bañador o bebiendo cervezas entre ronquidos. Y escuchamos alucinados las ingenuas reflexiones sobre la caza, sobre la muerte y sobre otras ocurrencias de estos ejemplares a los que Ulrich Seidl consigue cazar sin que su cámara les incomode. Es un safari cinematográfico que, a pesar de lo desagradable de algunas escenas (la muerte de la jirafa, los descuartizamientos...), se convierte en un testimonio necesario y demoledor contra el posible romanticismo que hayan podido tener aficiones tan lamentables como las de estos austriacos patéticos (o aquellos aristócratas españoles) que encuentran placer en matar animales. Ahora que los binoculares, los telescopios y las cámaras digitales nos permiten acercarnos a ellos y capturar las más bellas imágenes sin molestarlos, creo que ni siquiera Miguel Delibes sería capaz de justificar que se los siga matando.