12 de octubre de 2018. Fábrica de Armas de La Vega, Oviedo. V.O.S.
En el sur de Manhattan dos jóvenes amigos comparten muchas cosas pero son muy distintos. Charlie quiere ser alguien en la ciudad y evita los problemas. A Johnny Boy los problemas se le acumulan tanto como las deudas. Charlie intenta protegerlo, pero no siempre lo consigue.
Volvemos a la Fábrica Scorsese para asistir al interesante coloquio sobre su obra moderado por Luis E. Parés en el que han participado Pepa Blanes, Rodrigo Cortés y Jordi Costa. Los cuatro han estado estupendos, pero las intervenciones de Rodrígo Cortés han demostrado que un buen director puede ser también un sabio cinéfilo, tener muchas cosas que contar y expresarlas magníficamente. Al coloquio le ha seguido la proyección de este clásico que ya tiene cuarenta y cinco años y en el que da gusto ver a Harvey Keitel y a Robert de Niro en los papeles de ese Abel responsable y ese Caín atolondrado que tienen una relación y unas maneras que parecen propias de un pueblo italiano pero que también encajan perfectamente en las sucias y decrépitas calles del Nueva York del bajo Manhattan de los setenta. La cámara en mano y el montaje atrevido me hacen pensar que la película debió ser entonces inspiradora de un estilo que luego ha sido bastante frecuentado. Igual que ayer viendo Toro salvaje, me ha llamado la atención la sorpresa que hoy nos causa el machismo bronco y las maneras violentas de la mayoría de los personajes. Está claro que reflejan unos comportamientos que entonces eran frecuentes. Pero no sé si, al retratarlos tan ásperamente, Scorsese también quiso denunciarlos. Lo cierto es que ahora no es fácil saber si los espectadores de entonces lo percibirían así.