de Pilar Palomero, 2024. 101’.
24 de septiembre de 2024. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo.
La historia está basada en un relato de Eider Rodríguez, pero Pilar Palomero no se limita a traducirlo en imágenes, sino que ha sabido llevar a su terreno los paisajes, las emociones y los detalles de esta conmovedora historia. La proyección estaba en el proyecto Viridiana, así que al terminar tuvimos un estupendo coloquio con ella en el que nos contó que la película estaba a medio camino entre el relato de Eider Rodríguez y las vivencias que le marcaron cuando murió su padre. El talento de Pilar Palomero para la creación de atmósferas de hiperrealismo conmovedor con personajes (mayoritariamente femeninos) de carne, hueso, alma y emoción ya quedó sobradamente demostrado con Las niñas y La maternal, sus anteriores películas. Aquí aún llega más lejos con esta familia que llevaba tiempo rota y ahora vivirá instantes de intensidad infinita antes de que ese presente deje de ser continuo. Son momentos casuales de emocionada belleza que con el tiempo resultarán reparadores y acompañarán en el duelo. Los destellos tiene la virtud del equilibrio en el encuadre, de la calidez del color, de las penumbras interiores con el poso de lo vivido y los espacios exteriores acogen la dicha de los recuerdos y la esperanza de lo que aún queda por vivir. Pero, sobre todo, tiene la cualidad de saber mantener el tiempo. El de cada plano filmado y el del sosiego que se ha sabido respetar en el montaje. No sé si Pilar Palomero lo tenía previsto cuando creó esa maravillosa escena, pero cuando Marina Guerola abraza fuerte a Antonio de la Torre y le hace bailar con ella mientras la voz de Lola Flores canta A tu vera, yo he sentido una emoción como la de aquella escena sublime de Víctor Erice en El Sur en que un acordeón interpretaba otro pasodoble (En er mundo, de Jesús Fernández Lorenzo y Juan Quintero) mientras Omero Antonutti llevaba a Sonsoles Aranguren con el cariño infinito de un padre que baila con su hija sin que ninguno de los dos pueda dejar de mirarse. Milagros como el de esa escena (y tantas otras en esta hermosa película) son posibles porque Patricia López Arnaiz, Antonio de la Torre, Marina Guerola y Julián López están extraordinarios componiendo estos cuatro seres sin máscara que su trabajo superlativo convierte en inolvidables.