25 de abril de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.
Cinco jóvenes escapan violentamente de un reformatorio. En los días siguientes vagan por paisajes tan salvajes como la forma en que sobreviven en ellos.
El título no engaña. El retorno al escenario de un crimen anterior es también el regreso a una vida presocial pero nada roussoniana. Los sacrificios, milagros e inmolaciones que vertebran la historia invitan a contemplarla como un mito clásico en escenarios prístinos o como una indagación sobre los límites de la relación entre los humanos, los animales y la naturaleza. Pero su crudeza, sus escasos diálogos y su parsimonia narrativa hacen que Los salvajes no resulte una película grata. La fuerza de sus imágenes y sonidos hace difícil perder la atención, pero se hacen largas estas dos horas de adolescencia divagante y amoral.
El título no engaña. El retorno al escenario de un crimen anterior es también el regreso a una vida presocial pero nada roussoniana. Los sacrificios, milagros e inmolaciones que vertebran la historia invitan a contemplarla como un mito clásico en escenarios prístinos o como una indagación sobre los límites de la relación entre los humanos, los animales y la naturaleza. Pero su crudeza, sus escasos diálogos y su parsimonia narrativa hacen que Los salvajes no resulte una película grata. La fuerza de sus imágenes y sonidos hace difícil perder la atención, pero se hacen largas estas dos horas de adolescencia divagante y amoral.