13 de enero de 2014. Cines los Prados, Oviedo.
La pervivencia del legado ancestral de las artes marciales. Una historia de amor imposible entre la hija de un gran maestro de Kung Fu y un noble combatiente del sur. Y al fondo la convulsa historia de China entre los años treinta y sesenta.
Deseando amar y My blueberry nights compartían ese esteticismo radical que hace tan reconocible el fascinante cine de Won Kar Wai (excepto quizá su fallida 2046). Pero no conmovían solo por la belleza de unas imágenes en las que la cámara parece mecerse saturando de colores las retinas. Aquellas historias también emocionaban. En The Grandmaster Won Kar Wai sigue fiel a su estilo. De hecho, el personaje principal (el que interpreta ese genio de la gestualidad inmóvil que es Tony Leung Chiu Wai) nos lo dice directamente al final de la película. "¿Cuál es tu estilo?", nos pregunta el maestro de Bruce Lee refiriéndose a los de las artes marciales. Pero es más bien el propio director quien, afirmando el suyo, parece lanzarnos esa pregunta con chulería torera. El paso tangencial por Hong Kong al final de la historia parece evocar la pasión de Deseando amar, pero ni la historia de amor, ni el legado cultural, ni el trasfondo histórico me han interesado en The Grandmaster. Lo que (inesperadamente) más me ha gustado de la película son las escenas de lucha en medio de la luz, el agua, el vapor y la nieve. Creo que la he disfrutado más porque desde el comienzo la he tomado como una ópera o un espectáculo de danza. Y me ha parecido magistral en ese género fronterizo que han visitado con acierto directores como Saura (Fados, Flamenco) o Wenders (Pina). Sé que no era esa la intención del director. Pero esta vez la belleza de la forma es incomparablemente superior a la materia de la historia. Estilo Kar Wai en estado puro.