19 de enero de 2014. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Leñadores, pescadores, cazadores, paseantes, marineros, bañistas, mariscadoras, campaneros, percebeiros, bomberos... Los afanes cotidianos de un paisanaje en un paisaje. El de la costa de la muerte.
Gente en sitios. Con permiso de Cavestany, ese también podría ser el título del documental de Patiño. Las dos películas comparten una mirada aparentemente incidental sobre gentes diversas en lugares concretos. Los de Cavestany son siempre urbanos y algo oníricos. Los de Patiño están en los bordes de un territorio muy real. En lugares que, más que filmados, parecen retratados con encuadres casi pictóricos (como esas mariscadoras que recuerdan a las figuras de Genovés). En Costa da morte la pantalla es como una ventana desde la que contemplamos paisajes abiertos en hermosos planos fijos de duración variable. Las personas se ven lejos, sin rostros definidos. Pero las oímos muy cerca. Nos sentimos casi al lado de esas gentes que pegan la hebra en medio de paisajes cautivadores. Las escenas se encadenan con parsimonia. La justa para disfrutar con lo que se ve y lo que se oye. Con las imágenes de esos percebeiros que parecen cangrejos refugiándose cuando llega la ola. Con los diálogos entre esos marineros que lamentan y justifican el nombre de su territorio. El documental llega al Niemeyer con mucho prestigio (premiado en Locarno y Sevilla, ha inaugurado el último festival de Márgenes). Nos lo presenta esta noche el propio Lois Patiño que responde amablemente a las curiosidades del público conocedor del lugar. También nos comenta esa intencional dualidad de unos paisajes abiertos en los que sentimos muy cerca, casi táctilmente, la vida cotidiana de unas gentes que vemos siempre a lo lejos. Grata película y grato encuentro el de esta noche. Retomamos así en el nuevo año una buena costumbre. La de recibir (con llenazo) en el cine del Niemeyer a buenos directores que nos presentan buenas películas.