31 de enero de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca.
Julia y Felix van a pasar unos días en la costa. Lo necesitan. Cuando llegan al apartamento discuten por el olvido de una bolsa con cosas del bebé. Ella sale con el coche a comprarlas. Es de noche. Llueve. Se pierde. De repente unas luces y el ruido de un accidente. Sale del coche. No hay nada. Deambula por la zona buscando a Félix y al niño. Pasarán varios días sin que consiga encontrarlos. Los mismos que él pasa en el hospital esperando a que ella salga del coma.
Lo real y lo soñado como vidas paralelas. No hay trampas. El sueño de ella se construye a partir de retales bien dosificados. Las inquietudes de él nos van revelando como fue su relación desde el encantamiento inicial hasta la crisis de ahora (un tema que Cienfrance trató como nadie en Blue Valentine). Hay homenajes cinéfilos expresos: la historia de esta pareja comenzó con la misma frase con que cerraba la suya la de la última película de Kubrick. O implícitos: El Jefe de Todo Esto, el Dios de Von Trier, es aquí el dueño de la Felicidad, el garito en el que Julia encuentra a su amante buscando a su marido. Hay buenas interpretaciones (Marta Etura y Eduardo Noriega consiguen mantener la difícil tensión de esta historia doble) y hasta algún cameo (Jaime Chávarri como neurólogo). Aunque estos Presentimientos oníricos no son como los de Abre los ojos ni los de Origen, se ven con interés si se acepta como verosímil la continuidad del sueño de Julia.