16 de junio de 2016. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
En 1931 Eisentein pasó varios meses en Mexico para filmar una película que nunca llegó a acabar. Pero aquella maravillosa estancia cambió su vida.
Abel Ferrara lo hizo con Pasolini. Ettore Scola con Fellini. Y ahora Peter Greenaway lo hace con Eisenstein. En apenas un año he visto tres películas de directores que homenajean a otros directores mostrándonos aspectos de sus vidas más allá del cine. Y curiosamente la mirada de Greenaway recuerda un poco a la de Fellini. Desde los primeros planos nos presenta al famoso director ruso de los dramones en blanco y negro en un ambiente radicalmente colorista y alegre. Y no solo porque el entorno era tan propicio para ello sino porque Eisenstein el Guanajuato está hecha con una libertad formal tan radical y divertida (pantalla partida, deformaciones de la imagen, montaje trepidante, coloreado extremo y dinámico...) como la libertad vital y sexual que descubre el protagonista en aquellos tiempos en que sus amigos Rivera y Frida Kahlo revolucionaban algo más que las artes en México y en los que Buñuel y Dalí revolucionaban algo más que el cine en Europa. Así que me ha encantado volver a disfrutar con una película de este director que tanto me gustaba en los años ochenta y al que después he seguido menos. Curiosamente Eisenstein en Guanajuato, además de ser muy interesante para los cinéfilos y muy atractiva para quien disfrute con imágenes barrocas y atrevidas, tiene mucho que ver con la temática del Festival de cine LGBTIQ que el próximo sábado comienza aquí. Ojalá que su programa esté a la altura de películas como esta.