24 de febrero de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.
En un ágape elitista que ofrece Anabel a sus invitados trabaja una joven camarera que ella conoce. Es Chiara, la hija que abandonó hace treinta y cinco años. Ahora vuelve para pedirle solo una cosa: que pase diez días a solas con ella en una casa en el bosque. Allí le hará otra petición terrible.
Con una trayectoria cinematográfica magnífica (Magical Girl de Carlos Vermut, El apostata de Federico Veiroj, Las furias de Miguel del Arco, María (y los demás) de Nely Reguera...) y con estrenos pendientes este año con directores como Asghar Farhadi, Jaime Rosales o Rodrigo Sorogoyen, Bárbara Lennie (esa actriz que en el teatro ha hecho cosas tan increíbles como La clausura del amor con un texto superlativo de Pascal Rambert) ya era suficiente aliciente para ver La enfermedad del domingo. Pero esta historia conmovedora y originalísima tiene a otra actriz magnífica que compone con ella un duelo interpretativo de gran altura. Es Susi Sánchez que interpreta a esa madura exitosa con marido estupendo (no podía ser de otro modo interpretándolo el gran Miguel Ángel Solá) que se reencuentra con una hija doliente que le trastocará la vida de un modo no menos radical que el que ella sufrió cuando tenía ocho años. Ramón Salazar sabe ajustar en todo momento el tono de su siempre contenido relato desde ese comienzo elegantísimo hasta un final de alto voltaje emocional. En medio, unos diálogos perfectos en los que las palabras, nunca excesivas, jamás resultan obvias y siempre son certeras. La enfermedad del domingo es una película tranquila y emotiva. No es apta para todos los públicos, pero solo defraudará a quienes necesitan que el cine sea acelerado y prefieren que sea emocionante mejor que emotivo. Solo a ellos.