25 de septiembre de 2018. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Una familia rumana muy feliz. Hasta que una mañana en la que el padre lleva al parque a sus hijos la niña desaparece. Nadie sabe dónde puede estar. Ni en los primeros instantes, ni en los días siguientes, ni cuando van pasando los meses. La espera es durísima y la madre acaba yéndose de casa con el niño. El padre se queda a solas con su dolor. Y con su obsesión por encontrar a un culpable.
Al maestro Kore-Eda lo conocimos en España por aquella sobrecogedora joya filmada que se titulaba Nadie sabe. Con La desaparición Popescu nos sitúa ahora al otro lado del desamparo. En la perspectiva de unos padres felices que sufren el hachazo insoportable de la desaparición de una hija de cinco años. Y nos muestra con contenida maestría la lenta angustia de una situación que da dolor con solo pensarla. Es magistral la forma en que presenta la degradación del personaje del padre, pletórico al principio y devastado hasta la locura conforme van pasando los meses. También son impresionantes los largos planos secuencia que jalonan la historia. Especialmente esos dos hitos singularísimos que son la magistral escena del parque, luminosa hasta el impresionismo, y la opresiva y terrible escena final en un interior que acabará tan arrasado como la vida de esos padres. La desaparición no es una historia grata. Pero es una excelente película.