22 de mayo de 2020. Festival DocsBarcelona. Filmin, Avilés. V.O.S.
Un grupo de refugiados sirios son acogidos en Uruguay. Vienen del Líbano donde no los han tratado muy bien. Sin embargo, tardarán bastante tiempo en aceptar que su lugar en el mundo podría estar en el Río de la Plata.
Mariana Viñoles tiene mucho mérito. No solo por hacer un documental estupendo en el que acompaña a esta familia durante varios años, sino por perseverar cuando las cosas discurren por derroteros imprevistos. Al primer grupo de sirios que llegó al Uruguay los recibió en el aeropuerto de Carrasco nada menos que el gran José Mujica. Lo primero que les dijo es que se integraran, que no vivieran como si Uruguay fuera a ser para ellos solo un lugar de paso. Pero no le entendieron o no le quisieron hacer ningún caso. Desde el comienzo renegaban de todo y, viéndolos hablar mal del país que los acogió, se hace difícil mantaner la empatía que inspiran los refugiados a cualquier persona decente. Por eso digo que Mariana Viñoles tiene mucho mérito, porque no nos lo oculta ni tampoco tira la toalla. Sigue visitándolos cada poco con su cámara y mostrándonos que a medida que van aprendiendo nuestra lengua se van desprendiendo de prejuicios. Y es que recibir asilo tras huir de la guerra o la miseria no es un privilegio que solo merecen quienes no se quejan y muestran agradecimiento. Hasta los que caerían mal a cualquiera también tienen ese derecho. Lo bueno es que, además de hacernos pensar en esto, Mariana Viñoles nos da (y les da) el tiempo suficiente para que podamos conocerlos y entenderlos. Y es que el roce hace el cariño y solo hay que dar tiempo al tiempo.