25 de mayo de 2020. Festival DocsBarcelona. Filmin, Avilés. V.O.S.
En 2014 un violento ataque contra estudiantes del Colegio de Maestros Rurales en la ciudad de Iguala causó seis muertos y cuarenta y tres desaparecidos. Sus familias los reclaman desde entonces con un lema que ha dado la vuelta al mundo: "Vivos los llevaron, vivos los queremos". El gobierno de México quiso cerrar pronto un caso en el que nunca aparecieron los cuerpos. Quizá porque los responsables de aquello no fueron solo grupos rivales de narcotraficantes.
La película tiene dos tiempos. El primero, el de la contemplación de la vida cotidiana de esas diez familias de jóvenes desaparecidos que dejan entrar la cámara en sus casas y hablan con emotiva sinceridad. El ritmo de los planos y el sosiego del relato es entonces perfecto y, aunque la tragedia siempre queda en fuera de campo, uno entiende muy bien la magnitud de ese duelo compartido pero no cerrado. En el otro tiempo de la película se habla mucho en inglés y declaran frente a la cámara expertos, investigadores y activistas comprometidos con los Derechos Humanos. Sin embargo, esa parte aporta poco a la comprensión del caso y nos aleja de su drama humano. Me quedo con las escenas más humildes y más próximas. Esas en las que vemos los hogares de los seres queridos de aquellos jóvenes que nunca volvieron a casa.