4 de mayo de 2020. D'A Film Festival Barcelona. Filmin, Avilés.
Lucía llega a Alburquerque desde México buscando una vida mejor. Viene con Max y Leo, sus hijos de ocho y cinco años. Mientras ella trabaja, los niños tienen que quedarse solos en el modesto apartamento que ha encontrado su madre. Serán horas para juegos imaginativos y para descubrir que fuera de casa la vida no es fácil. Tampoco para su madre.
El apartamento de estos niños en Alburquerque me recuerda al motel de la niña de The Florida Proyect. Y sus juegos solitarios a los de los niños de Nadie sabe. Es verdad que Samuel Kishi no alcanza el nivel de perfección del cine de Kore-Eda o de Sean Baker. Pero su historia es prima hermana de aquellas y solo el hecho de que la situación de esta familia mexicana me las haya recordado ya habla muy bien de Los lobos. El relato es contenido y huye de los subrayados. Samuel Kishi ha preferido aprovechar la química entre estos hermanos (que realmente lo son) para mostrarnos en qué consiste la soledad verdaderamente confinada. Mientras esperan a su madre vemos a estos niños viviendo momentos mágicos como los de esos lobos poéticos que ellos imaginan en sus dibujos y que cobran vida para nosotros en hermosas imágenes animadas. El drama de Lucía seguramente no es peor que el que viven millones de emigrantes en todo el mundo. Pero acompañarla en esta película nos hace ponernos de su parte. Incluso sensibilizaría a quienes podrían hacer algo en favor de quienes sufren tales dramas. Pero para eso tendrían que verla.