29 de mayo de 2020. Festival DocsBarcelona. Filmin, Avilés. V.O.S.
Mujeres filipinas se preparan para trabajar como empleadas de hogar. No. Más bien como sirvientas. No. Más bien como esclavas. Su destino puede estar en los países del Golfo o en los de los nuevos ricos asiáticos. Pero parece que en todos ellos les esperan unas durísimas condiciones de vida para las que deben prepararse. Por eso van ensayando en una academia situaciones en las que el maltrato y la explotación resultan surrealistas como simulaciones pero anticipan los tratos aberrantes que pueden sufrir en los próximos años. Todas son un cielo y muestran esa camaradería bondadosa propia de las gentes sencillas, de las jóvenes y de las mujeres. Así que cuando la película termina y su viaje comienza, uno les desaría lo mejor a todas ellas. Y lo peor a esos canallas domésticos que son capaces de tratarlas mal.
Tengo debilidad por Filipinas y por su cine. La culpa es de Brillante Mendoza y de unas gentes que viven en un paisaje hermosísimo y tienen esa lengua en la que, en medio de ese torrente de expresiones impronunciables, saltan como diamantes las palabras con que nombramos los colores, los tiempos o a los santos en nuestra lengua. Overseas es una denuncia de un mal que siempre queda en fuera de campo. De hecho, además de temerlo es posible ironizar sobre él en este amable lugar de entrenamientos en el que se las prepara para resistir. Overseas es una película a la vez deliciosa y enervante. Una denuncia nada tópica de lo que espera a esas nadies bondadosas que mandarán divisas a un país que, aunque no le guste al descerebrado sádico que ahora es su presidente, sigue teniendo un nombre español.