16 de noviembre de 2019. Escuela de Comercio, 57º Festival de Cine de Gijón (Sección oficial). V.O.S.
Un policía retirado del servicio reconstruye una casa para su hija y su nieta. Lo hace mientras vive un intenso duelo por la pérdida de su esposa. En ese tiempo descubre que ella tenía una relación con otro hombre. Él ahora no sufre solo por los celos, también por esa ausencia que ahora siente doble.
El punto de partida tiene algo en común con el magnífico planteamiento de El condado, la película de Grímur Hákonarson que vimos en octubre en la Seminci. Pero la película de Palmason es mucho mejor. Ya solo por ese impresionante prólogo doble que tiene un equilibrio perfecto con esos dos cierres inolvidables (una
cámara que avanza siguiendo a un coche en una carretera y una
cámara que retrocede mirando a un hombre y una niña en una cueva, una casa vista desde fuera transformada por el tiempo y las estaciones y luego vista por dentro en la intimidad de un instante revelador), Un blanco, blanco día es una película de factura cuidadísima y contenido más existencial que truculento. Con los mimbres de esta historia cualquier otro director se habría preocupado por darnos todas las claves y colocarnos en la perspectiva del cine de suspense. Pero Palmason esquiva esa tentación y hace que su película sea otra cosa mucho mejor. Más islandesa y más fascinante (valga la redundancia). Así que no empieza mal un festival que en la segunda jornada ya nos depara una película que podría merecer varios premios.