24 de noviembre de 2019. Teatro Jovellanos. 57º Festival de Cine de Gijón (Sección oficial). V.O.S.
Repasar la vida como en una película. Eso es lo que hace Marona, una perrita a la que acaba de atropellar un coche. Así sabemos que sus padres fueron un perrazo con pedigrí y una perrita mestiza y que nuestra Marona era la novena de su camada. A lo largo de su vida conoció y quiso a muchos humanos (aunque algunos no lo eran tanto). Desde el funambulista que la crió hasta la niña deliciosamente caprichosa con la que vivió en los últimos años.
Una maravilla para todos los públicos. Un homenaje animado a la ternura y a la belleza. A la ternura que inspiran los animales y a la belleza que se percibe en unas imágenes llenas de referencias al arte. Una joya en esta tarde de domingo en que termina el festival que se proyecta porque ha recibido (y merecido) el premio del público. En el patio de butacas del Jovellanos solo había dos niños que, igual que los adultos, seguro que han disfrutado lo indecible con Las vidas de Marona. En este mismo fin de semana habrán sido muchos miles los que han sido abducidos por la hiperpublicidad de Frozen 2, ese producto con el que Disney ha secuestrado cientos de salas españolas impidiendo que se puedan ver otras películas en ellas. Por ejemplo, Madre de Rodrigo Sorogoyen que, igual que otras películas, ha desaparecido este fin de semana de la cartelera de nuestros cines para dejar sitio al primer fagocitador de públicos de la temporada invernal (dentro de pocas de semanas hará lo propio Star Wars sin que ningún gobierno se atreva a imitar la costumbre francesa de proteger a la cultura europea de la agresividad de la industria americana). Todo un síntoma de los tiempos. Pero, volviendo a lo que importa, ha sido estupendo que Las vidas de Marona haya sido la última película que hemos visto en esta edición de un festival que ha dado, como esperaba, el premio a la mejor película a Vitalina Varela de Pedro Costa. Entre el resto de las premiadas me alegro de que estén System Crasher (aunque solo sea con el premio a la mejor película dirigida por una mujer), Rondas (aunque solo sea con el premio a la mejor actriz) y Blanco en blanco (aunque solo sea con un premio un tanto marginal que concede una empresa). Me hubiera gustado que se hubiera reconocido el gran valor de la islandesa A white, white day, aunque solo fuera por aumentar la probabilidad de que se exhiba en España una película tan magnífica como esa. En todo caso ha sido un gustazo, como siempre, venir a Gijón estos diez días para cumplir este maravilloso rito anual de elegir y ver todo el cine que se pueda en este querido festival.