28 de noviembre de 2019. Cines Parqueastur, Avilés.
A una familia que vive casi en un sótano y en la que ni los padres ni los hijos trabajan le empiezan a ir mejor las cosas. Un amigo del hijo se va por un tiempo fuera del país y le encarga que le sustituya en las clases particulares que da a la hija de una familia acomodada. Sin desvelar la relación entre ellos, el hijo consigue que su hermana le de clases al hijo menor de los potentados. Y luego que el padre sustituya al chofer y la madre a la asistenta. Así que todo parece ir muy bien hasta una noche en que la familia rica sale de la casa y los parásitos deciden quedarse en ella.
Entretenida, inquietante, divertida y, al final, sangrienta y truculenta. Comprendo perfectamente que Parásitos haya seguido varias semanas en las carteleras comerciales, lo que no entiendo es el valor que se le ha dado en algunos festivales (por ejemplo, la Palma de Oro en Cannes). No está nada mal la historia ni la forma de contarla, pero se me hace difícil encontrar, más allá de lo obvio, sutilezas, simetrías o lecturas que justifiquen que se haya convertido en una película casi de culto. Quizá sea que, por venir de Corea, un enredo que no aporta nada que no haya contado ya Berlanga parezca más valioso de lo que realmente es. Así que la veo con agrado, pero no creo que la recuerde como algo especial.