de Matías Piñeiro. Argentina,
2020. 80’.
21 de noviembre de 2020. 58º Festival de Cine de Gijón (sección: albar). Filmin.
Doce
piedras. Dos actrices. Un hermano. Unas pruebas para una obra. Colores
escenográficos. Medida por medida. Shakespeare. Tiempos dislocados. Y encuentros. Muchos encuentros.
El cine como fugas a la manera de Bach. Matías Piñeiro entiende sus historias como sutiles modelos para armar. Si Hong Sang-soo fuera argentino y menos tosco podría parecerse a Matías Piñeiro. Claro que para eso tendría que haber recibido una pizca de los universos de Borges, tener mucho cariño al teatro y cierta obsesión por Shakespeare. Hace ocho años lo tuvimos en el Niemeyer presentando Viola, otra historia magnífica que me dejó con muchas ganas de ver su anterior Rosalinda y también de que llegara esta última película de su tríptico de inspiración shakespeariana. Ahora que he podido disfrutarla me quedan aún más ganas de ver el resto de su obra. Así que estaría muy bien que en el próximo año este festival le dedicara uno de sus focos. Matías Piñeiro no es un director para públicos que rechacen las historias no lineales. Pero si se aceptan los hermosos juegos que nos propone en sus puzles filmados es fácil reconocer que es un cineasta fascinante y muy singular.