24 de noviembre de 2012. Antiguo Instituto, 50º Festival de Cine de Gijón (sección: Amir Naderi). V.O.S.
Kate, Casey y Colleen son tres jóvenes del Lower East Side. Sus vidas se cruzan porque Kate quiere alquilar una habitación en el apartamento en el que viven Casey y Colleen. Su intención es abandonar a un amante inestable y muy dependiente para el que, a partir de ahora, ella solo será lo que es: su hermana. Casey no encuentra a su perro. Al buscarlo intenta ajustar cuentas con un pasado que no consigue superar. Sobre todo su relación con otra joven que ahora se va a casar con un hombre. Y Colleen se debate entre su deseo de ser una buena madre para su hija Stella y la inestabilidad de su vida. Por el bien de la niña decidirá entregársela a otras personas.
En Nueva York hay ocho millones de historias. Eso dice alguien en esta película en la que Amir Naderi nos muestra tres. La interacción entre ellas es mínima, apenas unos minutos en el apartamento en el que va a vivir Kate (interpretada por Sara Paul, la Gretchen de Marathon). Ni siquiera sabemos qué conoce cada una de la vida de las otras. Eso queda para el futuro porque, una vez más, Amir Naderi deja espacio para la esperanza en un tiempo posterior al que muestra su cámara. Igual que en otras películas suyas hay búsquedas (la del perro de Casey), pero en esta también hay pérdidas (la de ese amor lésbico) y separaciones (la del amor maternal de Colleen y la del amor más que fraternal de Kate). Y como en todo su cine los lugares son esenciales: los entornos marginales que explora Casey, el bar en el que Colleen parece sentirse en familia, el apartamento opresivo en el que Kate se baña con su hermano, la azotea abierta en la que lo abandona… El poder de las imágenes es aún más intenso en las escenas sin sonido en las que resultan tan sutiles y conmovedores momentos como cuando Colleen entrega a Stella a (quienes deseamos que sean) sus abuelos. El montaje no es trepidante como en otras películas suyas, pero la forma en que Amir Naderi describe esas pocas horas hace que uno acabe queriendo lo mejor para las protagonistas de estas tres historias de Nueva York.
En Nueva York hay ocho millones de historias. Eso dice alguien en esta película en la que Amir Naderi nos muestra tres. La interacción entre ellas es mínima, apenas unos minutos en el apartamento en el que va a vivir Kate (interpretada por Sara Paul, la Gretchen de Marathon). Ni siquiera sabemos qué conoce cada una de la vida de las otras. Eso queda para el futuro porque, una vez más, Amir Naderi deja espacio para la esperanza en un tiempo posterior al que muestra su cámara. Igual que en otras películas suyas hay búsquedas (la del perro de Casey), pero en esta también hay pérdidas (la de ese amor lésbico) y separaciones (la del amor maternal de Colleen y la del amor más que fraternal de Kate). Y como en todo su cine los lugares son esenciales: los entornos marginales que explora Casey, el bar en el que Colleen parece sentirse en familia, el apartamento opresivo en el que Kate se baña con su hermano, la azotea abierta en la que lo abandona… El poder de las imágenes es aún más intenso en las escenas sin sonido en las que resultan tan sutiles y conmovedores momentos como cuando Colleen entrega a Stella a (quienes deseamos que sean) sus abuelos. El montaje no es trepidante como en otras películas suyas, pero la forma en que Amir Naderi describe esas pocas horas hace que uno acabe queriendo lo mejor para las protagonistas de estas tres historias de Nueva York.