25 de noviembre de 2012. Teatro Jovellanos, 50º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.
Una adolescente encuentra una cartera con bastante dinero. Le da parte a un amigo en apuros y, con otras dos adolescentes, decide devolverle el resto a su dueño. Este resulta ser un joven que les impone la tarea de redactar un periódico que solo lleve noticias positivas para alegrarle la vida a su novio, ingresado en un hospital. Al final el novio muere y la adolescente intenta cumplir su deseo de pintar el cielo de color rosa. Aunque la película sea en blanco y negro.
En casi dos horas pasan algunas cosas más en esta película, pero sin ningún interés. Ni por lo que se cuenta ni por la forma en que se cuenta. Que una película en blanco y negro sea japonesa no justifica su presencia en la sección oficial de un festival como el de Gijón. Ni en ninguna otra, por mucho que a veces las tres adolescentes parezcan un tanto enfants y algo mutantes. Pero que esta película sea premiada como la mejor del festival, justo en la edición en que cumple 50 años, solo puede tener dos explicaciones. La primera, que el jurado no vio ninguna película y miro solo las sinopsis: siendo en blanco y negro y estando protagonizada por unas japonesitas seguro que esta era una peli lo suficientemente indie como para ser premiable. La segunda explicación es que el jurado sí vio la película y quiso vengarse de la expulsión de Cienfuegos concediendo el premio a la mejor película a la que no sería raro que fuera la peor película de este festival (y hasta de sus cincuenta años de existencia). Abducido por el descubrimiento del magnífico cine de Amir Naderi solo he podido ver dos películas de la sección oficial y otras dos de la sección rellumes. Cualquiera de ellas merecería cincuenta veces más ser premiada que esta bobada. La primera que vi, Teddy Bear, parecía alargar innecesariamente un corto anterior. Pero esta tontería nipona ni siquiera serviría para dejarla en un corto. La otra, Children of Sarajevo, verdadero cine de autor(a), tampoco merece ser comparada siquiera con esta cosa exasperante. Los galardones que se dan en un festival no premian solo a las películas. También son las películas que se premian las que prestigian o devalúan a un festival. ¿Estaremos asistiendo con esta absurda decisión al momento en el que el festival de Gijón empezó a hacerse el hara-kiri? Ojalá que no.
En casi dos horas pasan algunas cosas más en esta película, pero sin ningún interés. Ni por lo que se cuenta ni por la forma en que se cuenta. Que una película en blanco y negro sea japonesa no justifica su presencia en la sección oficial de un festival como el de Gijón. Ni en ninguna otra, por mucho que a veces las tres adolescentes parezcan un tanto enfants y algo mutantes. Pero que esta película sea premiada como la mejor del festival, justo en la edición en que cumple 50 años, solo puede tener dos explicaciones. La primera, que el jurado no vio ninguna película y miro solo las sinopsis: siendo en blanco y negro y estando protagonizada por unas japonesitas seguro que esta era una peli lo suficientemente indie como para ser premiable. La segunda explicación es que el jurado sí vio la película y quiso vengarse de la expulsión de Cienfuegos concediendo el premio a la mejor película a la que no sería raro que fuera la peor película de este festival (y hasta de sus cincuenta años de existencia). Abducido por el descubrimiento del magnífico cine de Amir Naderi solo he podido ver dos películas de la sección oficial y otras dos de la sección rellumes. Cualquiera de ellas merecería cincuenta veces más ser premiada que esta bobada. La primera que vi, Teddy Bear, parecía alargar innecesariamente un corto anterior. Pero esta tontería nipona ni siquiera serviría para dejarla en un corto. La otra, Children of Sarajevo, verdadero cine de autor(a), tampoco merece ser comparada siquiera con esta cosa exasperante. Los galardones que se dan en un festival no premian solo a las películas. También son las películas que se premian las que prestigian o devalúan a un festival. ¿Estaremos asistiendo con esta absurda decisión al momento en el que el festival de Gijón empezó a hacerse el hara-kiri? Ojalá que no.