21 de noviembre de 2012. Cines Centro, 50º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.
Niños cantando en Sarajevo durante la guerra. Así empieza y acaba la película. En medio, unos días de diciembre en la vida de Rahima, una joven musulmana que quedó huérfana en aquella guerra y ahora (mal)vive con su hermano Nedim. Ella trabaja en la cocina de un restaurante. Él es un adolescente con muchos problemas. Demasiados para ella según la funcionaria de servicios sociales.
La cámara no para de moverse. Sigue constantemente a Rahima que nunca está fuera de plano. Su pañuelo musulmán está siempre presente en la pantalla. Llevarlo ha sido una decisión reciente, quizá una forma de afirmarse tras la (mala) vida que ha debido tener entre una infancia robada por la guerra y un presente marcado por la orfandad y la necesidad de hacer (mal) de madre de su hermano. Hay diálogos crispados, imágenes ásperas de entornos suburbiales y sonidos que recuerdan constantemente a la guerra. Es una historia que crece, que inspira compasión por estos hermanos desgraciados y hostilidad hacia esos desgraciadores que parecen haber salido bien parados de la guerra (el ministro prepotente, el mafioso que dirige el restaurante, los jóvenes cachorros que condenan al ostracismo a Nedim por musulmán y por huérfano). En la última escena los dos hermanos avanzan por un túnel en la última noche del año. No se sabe lo que les espera. Para algunos las guerras no acaban cuando acaban las batallas.
La cámara no para de moverse. Sigue constantemente a Rahima que nunca está fuera de plano. Su pañuelo musulmán está siempre presente en la pantalla. Llevarlo ha sido una decisión reciente, quizá una forma de afirmarse tras la (mala) vida que ha debido tener entre una infancia robada por la guerra y un presente marcado por la orfandad y la necesidad de hacer (mal) de madre de su hermano. Hay diálogos crispados, imágenes ásperas de entornos suburbiales y sonidos que recuerdan constantemente a la guerra. Es una historia que crece, que inspira compasión por estos hermanos desgraciados y hostilidad hacia esos desgraciadores que parecen haber salido bien parados de la guerra (el ministro prepotente, el mafioso que dirige el restaurante, los jóvenes cachorros que condenan al ostracismo a Nedim por musulmán y por huérfano). En la última escena los dos hermanos avanzan por un túnel en la última noche del año. No se sabe lo que les espera. Para algunos las guerras no acaban cuando acaban las batallas.