8 de noviembre de 2012. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Londres, años cincuenta. Una mujer mira por una ventana y cierra una cortina. Luego intenta suicidarse. No lo consigue. Está casada con un juez de vida ordenada, pero vive con un aviador que añora el miedo y la emoción de la guerra. Ese amor adúltero se intuye tan apasionado como inviable. Por eso intenta suicidarse. Por eso él la abandona. A la mañana siguiente la mujer mira de nuevo por la ventana y abre la cortina.
Pretende ser la historia de un amor como no hay otro igual, pero no lo consigue. Las evocaciones de la relación con el juez muestran un tedio que podría justificar el abandono, pero no se entiende su amor por el aviador. Por qué es tan apasionada esa relación, por qué sufre hasta querer suicidarse. La cadencia de las imágenes (oscuras, bien fotografiadas, con subrayados musicales intensísimos y con un Londres de postguerra quintaesenciando) parecen querer imitar a otra película en la que el esteticismo extremo creaba atmósferas subyugantes. Pero en Deseando amar Won Kar-Wai nos hacía sentir que hace cincuenta años en Hong Kong solo existía la historia de amor de aquella pareja. Lo que le pasa a la mujer que mira por esa ventana no parece tan importante.
Pretende ser la historia de un amor como no hay otro igual, pero no lo consigue. Las evocaciones de la relación con el juez muestran un tedio que podría justificar el abandono, pero no se entiende su amor por el aviador. Por qué es tan apasionada esa relación, por qué sufre hasta querer suicidarse. La cadencia de las imágenes (oscuras, bien fotografiadas, con subrayados musicales intensísimos y con un Londres de postguerra quintaesenciando) parecen querer imitar a otra película en la que el esteticismo extremo creaba atmósferas subyugantes. Pero en Deseando amar Won Kar-Wai nos hacía sentir que hace cincuenta años en Hong Kong solo existía la historia de amor de aquella pareja. Lo que le pasa a la mujer que mira por esa ventana no parece tan importante.