13 de noviembre de 2012. Cines Marta, Avilés.
Un joven exitoso como escritor pero soso en el amor consigue a la mujer de sus sueños. Literalmente. Con su máquina de escribir la crea y recrea a su medida y logra que la deliciosa chica imaginada se haga real. A la sorpresa inicial le suceden las peripecias de una relación ergonómica que avanza hacia el hastío del creador y la rebelión de la criatura. Pero la historia no acaba (mal).
Ruby Sparks tiene esa difícil cualidad que ya tenía Pequeña Miss Sunshine. Parece una historia divertida para público palomitero, pero agrada también a quienes disfrutan con las honduras existenciales en la pantalla. A Unamuno le sería familiar esta historia sobre el otro lado del espejo de las dudas cartesianas: no trata de la realidad como ficción sino de lo que pasaría si la ficción irrumpiera en la realidad. Ruby Sparks coincide estos días en nuestros cines con El ladrón de palabras que también explora las posibilidades de que las historias de los libros merodeen por la realidad. Sin embargo, no busca atormentar moralmente a nadie ni se complica la vida con finales pretenciosos. Más bien hace pasar un buen rato dando que pensar sobre cosas que interesan: cómo querer, cómo ser querido... Ahora que tenemos tan reciente la muerte del genial Agustín García Calvo esta película nos recuerda lo acertado de su vislumbre. “Libre te quiero, pero no mía. Ni tuya siquiera”
Ruby Sparks tiene esa difícil cualidad que ya tenía Pequeña Miss Sunshine. Parece una historia divertida para público palomitero, pero agrada también a quienes disfrutan con las honduras existenciales en la pantalla. A Unamuno le sería familiar esta historia sobre el otro lado del espejo de las dudas cartesianas: no trata de la realidad como ficción sino de lo que pasaría si la ficción irrumpiera en la realidad. Ruby Sparks coincide estos días en nuestros cines con El ladrón de palabras que también explora las posibilidades de que las historias de los libros merodeen por la realidad. Sin embargo, no busca atormentar moralmente a nadie ni se complica la vida con finales pretenciosos. Más bien hace pasar un buen rato dando que pensar sobre cosas que interesan: cómo querer, cómo ser querido... Ahora que tenemos tan reciente la muerte del genial Agustín García Calvo esta película nos recuerda lo acertado de su vislumbre. “Libre te quiero, pero no mía. Ni tuya siquiera”