20 de noviembre de 2012. Cines Centro, 50º Festival de Cine de Gijón (sección: Amir Naderi). V.O.S.
Jesse es un niño sordo que busca con ansiedad una cinta antigua en la que está grabada la voz de su madre muerta. Sabe por una carta que en su programa de radio ella contó un día cosas importantes sobre él y quizá también sobre su padre. La búsqueda le lleva a un almacén donde se guardan miles de cintas grabadas. Consigue encontrarla, pero no puede conocer por si solo su contenido. Necesita leerlo en los labios de alguien dispuesto a repetir las palabras de la cinta. Un hombre en medio de un puente le ayuda. Pero cuando las palabras de su madre comienzan a desvelar algo importante para él aparece otra grabación, la de un hombre que no soporta el relato y decide borrar el resto de la cinta. Por lo que dice la madre se intuye que la sordera de Jesse se debió a un shock cuando tenía cuatro años. La desesperación por no poder escuchar las palabras borradas hace que ocurra el milagro.
Amir Naderi ya está volando hacia Japón. Ha sido su productor el que ha presentado hoy su película. En Marathon el sonido era muy importante, pero en Sound Barrier es vital y su ausencia o presencia distingue los puntos de vista del protagonista y del espectador. Esta vez Amir Naderi no nos lleva a recorrer la ciudad, sino que nos sitúa en no-lugares clásicos de Manhattan: un almacén en el que se guardan infinitos sonidos en las miles de cintas grabadas que el niño no puede escuchar y un puente con un tráfico ensordecedor para el espectador y también para el hombre que ayuda al niño. La búsqueda de las palabras grabadas de su madre es obsesiva y recuerda el rapto de locura de Gretchel cuando los crucigramas la ahogan en su habitación y su búsqueda de palabras la lleva al caos. Las grabaciones también eran muy importantes en los teléfonos de Marathon y de Manhattan by numbers. Los encuadres, los primerísimos planos (sobre todo los de ojos y oídos en esta película), el protagonismo del sonido ambiente, el montaje prodigioso y la angustia de unos personajes solitarios que buscan algo esencial para sus vidas, son características del cine de Amir Naderi que no dejan indiferente al espectador. Siempre que acepte entrar en su exigente juego de historias mínimas en paisajes (sub)urbanos. Hoy en Gijón no todos los espectadores lo hicieron y algunos no esperaron a contemplar el milagro de que Jesse oyera la canción que alguien silbaba.
Amir Naderi ya está volando hacia Japón. Ha sido su productor el que ha presentado hoy su película. En Marathon el sonido era muy importante, pero en Sound Barrier es vital y su ausencia o presencia distingue los puntos de vista del protagonista y del espectador. Esta vez Amir Naderi no nos lleva a recorrer la ciudad, sino que nos sitúa en no-lugares clásicos de Manhattan: un almacén en el que se guardan infinitos sonidos en las miles de cintas grabadas que el niño no puede escuchar y un puente con un tráfico ensordecedor para el espectador y también para el hombre que ayuda al niño. La búsqueda de las palabras grabadas de su madre es obsesiva y recuerda el rapto de locura de Gretchel cuando los crucigramas la ahogan en su habitación y su búsqueda de palabras la lleva al caos. Las grabaciones también eran muy importantes en los teléfonos de Marathon y de Manhattan by numbers. Los encuadres, los primerísimos planos (sobre todo los de ojos y oídos en esta película), el protagonismo del sonido ambiente, el montaje prodigioso y la angustia de unos personajes solitarios que buscan algo esencial para sus vidas, son características del cine de Amir Naderi que no dejan indiferente al espectador. Siempre que acepte entrar en su exigente juego de historias mínimas en paisajes (sub)urbanos. Hoy en Gijón no todos los espectadores lo hicieron y algunos no esperaron a contemplar el milagro de que Jesse oyera la canción que alguien silbaba.