28 de diciembre de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.
Un tal Aguilar era miembro de los asesinos, un grupo que en 1492 se enfrentaba en España a los templarios para impedirles acceder a un secreto vital para la libertad de los humanos. La lucha sigue. Así que unos templarios futuristas con la ayuda de una máquina que lee recuerdos filogenéticos pretende descubrir lo que sabe de ese asunto un descendiente de aquel luchador español.
"Eres
la prueba viviente del vínculo entre herencia genética y criminalidad".
"No todo ser merece vivir". Con frases como esas parece claro el nivel
ético de esta historia futurista que, a pesar de haberla dirigido quien filmó un Macbeth muy notable, solo tiene la virtud de mejorar un poco la vistosidad de los vuelos y
los mamporros de Águila Roja. Nada más. Incluso menos, porque ningún guionista español, por poca cultura científica que tenga, osaría
vertebrar una historia en una idea lamarckina tan alucinante como que los recuerdos se pueden transmitir a la descencencia. Aunque lo protagonicen actorazos como Michael Fassbender,
Marion Cotillard,
Jeremy Irons o
Charlotte Rampling este credo de los asesinos resulta bastante increíble.