26 de diciembre de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.
La historia de Desmond Doss en tres tiempos. El del enamoramiento perfecto de un chico amable e ingenuo que quiere ser médico para ayudar a los demás. El del entrenamiento y encarcelamiendo de un soldado dispuesto a ir a la guerra pero no a empuñar un arma. Y el de las acciones heroicas de este objetor de conciencia que puso a salvo a decenas de soldados en el infierno de Okinawa.
Habiendo sido objetor en los ochenta, no me podía perder esta película en la que Mel Gibson pone a prueba al espectador con una primera parte dulcisima que presenta una historia de amor con maneras muy clásicas y una última parte durísima que hace alarde de lo que las tecnologías cinematográficas pueden llegar a hacer para meternos en una batalla sin ahorrarnos sangre, estruendos y cuerpos desmembrados. El epílogo con los testimonios de los protagonistas reales suman otro paralelismo entre esta película y la ya clásica Salvar al soldado Ryan. Aunque la historia heroica del objetor tiene interés y las imágenes del acantilado y la llanura infernal seguramente quedarán en la memoria, uno no deja de pensar que en esa misma batalla murieron 150.000 civiles, muchos de ellos en suicidios colectivos por temor a lo que pudiera pasarles en manos de los americanos. Chris Marker nos lo contó en Level five. Y algo así dice bastante más sobre sobre lo que es una guerra que este espectacular homenaje de Mel Gibson a aquel objetor religioso.