5 de noviembre de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Hace veinticinco años comenzó a llenarse el embalse de Lindoso que dejó bajo las aguas al pueblo de Aceredo en Orense. Algunos años antes se empezaron a filmar imágenes de video con la voluntad expresa de dejar testimonio de aquel lugar y aquellas gentes antes de que todo desapareciera. Ahora las vemos intercaladas con otras del presente.
Con un pulso narrativo muy adecuado y sacándole el mejor partido a esas grabaciones antiguas estupendamente intercaladas con las actuales, César Souto Vilanova y Luis Avilés Baquero construyen un documento que no es solo una historia local sino un testimonio impresionante sobre el vértigo que da pensar en cualquier paisaje ahogado para siempre. Aunque mereció menos atención en los medios, este pequeño pueblo gallego desapareció en la misma época que Riaño. A mi me resulta especialmente próximo el caso de Granadilla que perdió bastante antes sus tierras y sus gentes. También ese puente del Cardenal que cada año veo reaparecer en Monfragüe. Y hace apenas dos meses pude conocer de primera mano los efectos en una gran ciudad de un cambio tan radical como el que supuso para Encarnación (que ahora es una ciudad curiosamente insular en el corazón de América) la construcción de la gran presa binacional de Yacyretá sobre el río Paraná. La desaparición de los espacios de la memoria es un drama humano que debe ser muy difícil superar. Eso es lo que muestra muy bien esta contenida y conmovedora película.