21 de agosto de 2019. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.
A Rick Dalton le está yendo regular en Hollywood. Su carrera como actor de series televisivas del Oeste ya no es ascendente. Así que filma en Italia y España algunas películas menores con el amigo que le sustituye en las escenas más arriesgadas. A la vuelta unos jipis que iban a la casa de su vecino Polanski entrarán en la suya. Y a Sharon Tate no le pasará nada.
Después de Los odiosos ocho había decidido no ver la novena película que filmara Tarantino. Sin embargo, la presencia de Leonardo DiCaprio y de Brad Pitt y la insistencia de la crítica en que Tarantino pasaba aquí de truculencias me hicieron cambiar de opinión. Y, aunque DiCaprio y Pitt jamás defraudan y es un gustazo verlos en este Hollywood de hace medio siglo, Tarantino vuelve a conseguir que en la sala se oigan muchas risas en esos momentos violentamente insoportables en los que imagina cómo sería el asalto de los sectarios de Manson si hubieran entrado en la casa de un vecino de Polanski. Por lo demás, resulta inmoral usar el asesinato de Sharon Tate como anzuelo argumental de una historia que, si no fuera por estos magníficos actores, resultaría bastante aburrida. Y pensar que algunos han llegado a comparar esta evocación tarantiniana nada menos que con Roma, esa joya de Cuarón...