martes, 31 de diciembre de 2013

Guadalquivir

de Joaquín Gutiérrez Acha. España, 2013. 90’. 
30 de diciembre de 2013. Cines Centro, Gijón.

Desde Cazorla a Sanlúcar seguimos el ritmo de la vida en ese río maravilloso: águilas imperiales (y reales), cigüeñas negras (y blancas), buitres leonados (y negros), garzas reales (e imperiales), linces, moritos, ginetas, somormujos, ciervos, grullas, muflones, abejarucos, anguilas, camaleones... Y también flamencos. Y un zorro que nos acompaña en este periplo por un río que vincula a Europa con América, que une lo romano con lo musulmán y lo cristiano. Y que hace posible que millones de aves de tres continentes se encuentren en Doñana. Ese río tan bello está en Europa. En España. En Andalucía. Y se llama Guadalquivir.

Por si fuera poca la belleza de las imágenes, este documental poético está acompañado por la voz perfecta de Estrella Morente que nos va guiando con palabras oportunamente líricas hasta desembocar en ese ¡Oh Guadalquivir! de Antonio Machado que canta al final (¡qué ganas de volver a escucharla en el Teatro Jovellanos en el recital del próximo 22 de febrero!). Este país es maravilloso por muchos motivos. Y no es el menor su alucinante diversidad biológica. Quienes disfrutamos tanto con unos prismáticos (¡cuánto debemos a Félix Rodríguez de la Fuente!) en los observatorios de Monfragüe, del Delta del Ebro, de Doñana y también de Zeluán (¡cuánto debemos a la gente de Mavea y a los amigos ornitólogos de la adolescencia!) somos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en un país que es envidiado (con motivo) por los naturalistas de toda Europa. Joaquín Gutiérrez Acha hace patria al crear este bellísimo documental que captura (en alta velocidad y en time lapse) el latido de la vida de esa espléndida naturaleza mediterránea que llega al Atlántico. Una gozada para despedir un año de cine. Han sido casi doscientas películas, entre las cuales he visto mucho bueno en el cine. Lo malo es la propia situación de los cines (en Avilés seguimos llorando la pérdida de los queridos cines Marta). Esos que algunos dicen que son caros sin poner ninguna objeción a burbujas económicas y mediáticas tan dañinas como la inmobiliaria o la del fútbol. Algunos pensarán que me gasto mucho en cine. No lo sé. Me gasto en los cines una cantidad similar a la que dono cada año a las ONGs de las que soy socio. Y esos dos gastos (junto con los de los viajes y el resto de mi consumo cultural) son los que considero mejor invertidos. Porque son los que me producen la satisfacción de poder imaginar otros mundos mejores. Y de ayudar a que otros puedan crearlos.

domingo, 29 de diciembre de 2013

The act of killing

de Joshua Oppenheimer. Dinamarca, 2012. 115’. 
28 de diciembre de 2013. Centro Municipal Integrado Pumarín, Gijón. V.O.S.

En 1965 un millón de personas fueron asesinadas en Indonesia. La obsesión anticomunista de la época y un golpe de estado militar explican un genocidio del que siguen mostrándose orgullosos quienes lo perpetraron. E impunes. Tanto que son capaces de aparecer conscientemente en este documental mientras van rodando una estrafalaria película en la que recrean y reivindican aquellos crímenes.

Por la fecha en que lo hemos visto, este documental podría parecer una inocentada macabra. Pero no. No es la parodia de un snuff ficticio. Es la recreación por los propios asesinos de crímenes que (ellos mismos lo dicen) compiten en sadismo (o en crueldad, de eso también discuten) con los de los nazis. Estos autodenominados gángsteres y paramilitares recrean torturas y asesinatos, los comentan jocosamente en un plató de televisión y son agasajados por miembros del actual gobierno de su país. Una obscenidad que da vergüenza ver en el cine sin que haya pasado nada tras el estreno de esta película. Es un documental deliberatamente tosco y feo cuando sigue a los criminales y entre estrafalario y onírico (véase el cartel) cuando muestra momentos de la película que ellos están preparando. Oppenheimer es muy honesto al hacer de su cámara un arma neutra que apunta y señala a los canallas. Tanto que desvela que el propio cine americano inspiró los métodos y escenografías de aquellas torturas y asesinatos. Tanto que consigue que el verdugo interprete el papel de la víctima, haciéndole atisbar por un instante la monstruosidad de unos actos por los que quizá no reciba más castigo que el asco que él mismo siente en la última escena. Pero, más allá de consideraciones cinematográficas, sorprende que esta película no haya removido conciencias y acciones judiciales. Von Trotta consiguió que todo el mundo supiera quién fue Hannah Arendt y debatiera sobre la banalidad del mal. Oppenheimer nos muestra que poco después del juicio de Eichmann hubo otro genocidio del que aún hoy se jactan unos tipos que nos lo dicen a la cara (y a cara descubierta) desde la pantalla. Insisto, parece una inocentada macabra. Un mundo al revés en el que la memoria histórica que se recupera es la de los verdugos para mayor escarnio de las víctimas. Los espectadores asistimos incrédulos a la banalidad de ese mal del que ahora son responsables quienes, pudiendo, no hacen nada contra estos criminales confesos que se saben causantes no banales de un genocidio impune.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Nymphomaniac. Parte 1

de Lars von Trier. Dinamarca, 2013. 117’. 
27 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Una mujer herida yace en un callejón. La encuentra un hombre maduro que la lleva a su casa. Ella le cuenta diversos episodios de su vida. Y de su ninfomanía.

La película duraría más de cinco horas pero, con permiso de von Trier (se dice al inicio), se exhibe en dos partes de dos horas cada una. Las historias que la ninfómana relata a su inesperado confesor se organizan en varios capítulos. La pescadora de caña, Jerome, La señora H., Delirio y La escuela del pequeño órgano, son los de esta primera parte. Tras una hermosa escena preambular con la cámara fascinada por la lluvia en el callejón invernal (que en cierto modo recuerda el sorprendente arranque del Anticristo), las glosas empáticas del escuchante se van intercalando en el desarrollo de esos episodios relativamente independientes pero con nexos relevantes. El pecado, la religión, la música o la literatura marcan más el tono de la película que las escenas de sexo explícito (que las hay). También parece haber pequeños guiños autorreferenciales como el de los incumplimientos del código de las pequeñas ninfómanas (¿una ironía sobre lo que ha quedado de la disciplina Dogma?) o la diferencia entre el antisionismo que defendería el protagonista y el antisemitismo que, según él, le adjudican algunos. La historia casi a dos voces de la iniciación en el tren en La pescadora de caña, la muerte del padre en Delirio o la polivisión sobre la polifonía de La escuela del pequeño órgano son algunos de los momentos que me han parecido más logrados de una película extraña pero atrayente. Antes del fundido en negro (simétrico al que la abre), esta primera parte termina con la protagonista diciendo "no siento nada", algo sorprendente tratándose de una ninfómana. En la segunda parte sabremos qué le pasa.

martes, 24 de diciembre de 2013

12 años de esclavitud

de Steve McQueen. EE.UU., 2013. 133’. 
23 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Solomon Northup vive feliz con su familia en Nueva York. Hasta que unos tipos le emborrachan en una cena y a la mañana siguiente despierta encadenado. Lo han secuestrado para venderlo en las plantaciones del sur. Allí pasará doce años trabajando como esclavo.

A comienzos de este año Spielberg nos mostraba un momento crucial de la historia americana. Ahora que el año acaba, McQueen nos pone ante la intrahistoria de aquel tiempo recreando lo que Solomon Northup contó en su libro en 1853. Lincoln y 12 años de esclavitud son dos películas sobrias que no nos ahorran la crudeza de los dramas humanos que se vivían en el sur ni la suciedad de las maniobras políticas en el norte para conseguir que la ley acabara con ellos. Dos películas distintas pero bien centradas en el tema de la esclavitud. La tercera que lo ha abordado este año es Django desencadenado. Pero la mirada excentrica de Tarantino convierte el tema en coartada para que el público pueda disfrutar sin remordimiento con su habitual truculencia efectista. McQueen no obvia el sadismo y la inmoralidad de lo que muestra, pero a diferencia de Tarantino no pretende que el espectador disfrute con ello. Su distanciamiento es total. El mal no se presenta como espectáculo. Si acaso como motivo de reflexión desde el pasado (el diálogo entre Brad Pitt y Michael Fassbender casi recuerda al siglo V ateniense) o hacia el presente (este personaje extrañado me hace pensar en lo que sentiría hoy un europeo que de repente amaneciera sin papeles en el medio de África). 12 años de esclavitud es una película dura pero elegante. Cine oscarizable, pero bien hecho y con pretensiones edificantes.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Sobran las palabras

de Nicole Holofcener. EE.UU., 2013. 92’. 
22 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Dos divorciados maduros se conocen en una fiesta. Y se entienden. Ella es masajista y tiene entre sus clientas (y confidentes) a la anterior esposa de él. Al principio ignora esa relación entre ellos. Pero cuando la descubre se calla. Y pone en peligro un romance que parecía empezar bien.

Sobran las palabras estuvo el mes pasado en la sección oficial del festival de Gijón pero no llegué a verla. Tiene un puntito indie que podría justificar su presencia allí, pero también otro puntito comercial que la acerca a las historias para la televisión. El síndrome del nido vacío (las hijas de los dos amantes abandonan el hogar para irse a la universidad) y cierta adolescencia sentimental en el carácter de estos maduros son la base de esta historia sobre la influencia de las percepciones ajenas en los sentimientos propios. La bonhomía del personaje que interpreta el fallecido James Gandolfini (las advertencias sobre su obesidad parecen premonitorias) y las escenas con varias parejas son lo mejor de una película mejorable.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi primera boda

de Ariel Winograd. Argentina, 2011. 102. 
15 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Adrián y Leonora se casan. Ella lo controla todo, excepto los errores de él. Como perder los anillos el día de la boda.

Comedia de enredos que no ofrece más (ni menos) de lo que promete el cartel. Presencias  estimables como la de Imanol Arias o las de los Luthiers Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich (el cura y el rabino que deberían oficiar la ceremonia) hacen grata una historia que solo pretende entretener y hacer sonreír. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Puppylove

de Delphine Lehericey. Bélgica, 2013. 85. 
14 de diciembre de 2013. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.

Diane es una adolescente que explora nuevos territorios. Los del sexo, los de la noche, los que la alejan de su intensa relación infantil con su padre. Julia es su nueva vecina, una chica que le lleva cierta ventaja en ese camino iniciático.

Contada con parsimonia y sin interés, no está claro si quiere ser un retrato de los peligros de la adolescencia, un periplo (cámara en nuca) por la iniciación sexual femenina o una nueva mirada sobre el lolitismo. Escandalizará a los muy ingenuos. A los demás más bien nos aburre. Es la segunda película que vemos de las ocho que componen esta muestra de cine contemporáneo que organiza la Universidad de Oviedo desde el jueves hasta el domingo. Por desgracia, los problemas técnicos la han deslucido (esta Puppylove la hemos visto con una larga interrupción y nos han dicho que ayer las dos películas se vieron borrosas). Por suerte, la interesante película de Cavestany no ha tenido problemas. Ojalá que tampoco los tenga La gran belleza. Se proyecta el último día y no dejamos de recomendársela a los amigos.

Gente en sitios

de Juan Cavestany. España, 2013. 83. 
14 de diciembre de 2013. Teatro Filarmónica, Oviedo.

Una pareja pide la cena, el camarero toma nota y no deja de escribir. Otra pareja recorre un piso con el vendedor de una agencia, él desaparece y llegan los dueños. Un hombre no sabe andar, otro le enseña. A una mujer le molesta el felpudo de su vecino. Un hombre no sabe beber, otro le enseña. Unos amigos quieren gastarle una broma a una compañera que va hacia su coche. Un hombre llega a una estación equivocada donde otro no le espera. Un hombre no sabe dormir, alguien le enseña.

Decenas de micrometrajes como esos se encadenan sin solución de continuidad en esta película sobre los actos fallidos, sobre los absurdos cotidianos, sobre gente a la que le pasan cosas extrañas en sitios corrientes. Retales filmados como sugerentes esbozos de cortometrajes posibles. Hiperrealismo onírico que recuerda a los sketches hilarantes de José Mota, pero también a la poderosa mirada del primer Buñuel. Una propuesta con momentos inquietantes hecha con nanorrelatos que parecen dispersos, pero también hilvanados con esa extraña lógica que encadena los sueños.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Killer Joe

de William Friedkin. EE.UU., 2011. 103. 
12 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Chris tiene los días contados si no paga una deuda. Así que convence a su padre para contratar a un asesino que mate a su madre y cobrar su seguro de vida. Killer Joe acepta ese encargo recibiendo como anticipo a la dulce hermana de Chris. Sin embargo, las cosas no son como ellos creían. El seguro está a nombre del nuevo novio de su madre que mantiene una relación con la nueva mujer del padre.

Los personajes son arquetípicos. El desquiciamiento de Chris, la dulzura de su hermana, el morbo de su madrastra, el pasmo de su padre. Y, sobre todo, la elegancia de ese asesino enamoradizo que interpreta Matthew McConaughey (el magnífico protagonista de Mud) con maneras de forajido tejano. La historia tiene algo de tragedia clásica, de lección moral sobre el engañador engañado. Hay violencia. Hay delicadeza. Y también hay ironía.  Por momentos Friedkin podría recordar a Tarantino, pero su historia no busca tanto cultivar el efectismo de la sangre como trabar bien las relaciones entre unos personajes muy singulares.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Looper

de Rian Johnson. EE.UU., 2012. 118. 
8 de diciembre de 2013. Filmoteca de Cataluña, Barcelona. V.O.S.

Joe es un looper, un asesino a sueldo del futuro. En 2042 se dedica a matar por encargo a quienes le envían desde 2072. Entre los condenados empiezan a llegar algunos loopers. Uno de ellos es el propio Joe.

Joseph Gordon-Levitt es el looper joven. Bruce Willis el mismo Joe llegando desde el futuro. Los dos bordan a este personaje doble que deberá afrontar dilemas del presente y el futuro. El Joe viejo quiere eliminar la raíz de lo que le aleja de su felicidad madura. El Joe joven no quiere que su vida esté determinada por ese otro yo posterior. Mundos paralelos con posibilidades abiertas que se cruzan en un presente futuro. Una historia bien contada que ironiza sobre las perplejidades lógicas que suponen los viajes en el tiempo, pero que no hace trampas al construir un relato coherente sobre distintos mundos posibles. Es un thriller que trata cinematográficamente bien al futuro, porque no lo aleja del todo del presente ni proyecta en él imaginarios actuales. Los actores están impecables. También ese niño dulce y terrorífico que puede ser el fundador de un futuro amable en el que sean imposibles los asesinatos o de un mundo horrible en el que el crimen se extienda también al pasado. Así que no ha estado nada mal esta última película de este fin de semana largo en Barcelona. La hemos visto en la sala Chomón de la Filmoteca dentro del ciclo que le dedican a las mejores del año pasado.  Volveremos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La gran belleza

de Paolo Sorrentino. Italia, 2013. 142. 
7 de diciembre de 2013. Cines Renoir Floridablanca, Barcelona. V.O.S.
18 de marzo de 2014. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

La vida según Jep Gambardella, un escritor de éxito con una sola novela de hace cuarenta años. Ahora cumple sesenta y cinco disfrutando como nadie de la vida en Roma. De las fiestas nocturnas. De los paseos al amanecer. De los irónicos diálogos en la terraza de su casa frente al Coliseo. De los encargos para la revista de su amiga enana. Y de los encuentros con esa sorprendente fauna humana que lo adora.

El aparato humano. Ese era el título de la novela que hizo famoso a Jep Gambardella. Y podría ser también el de esta película memorable. Dos horas y media de intensa belleza que pasan en un instante. Como la vida de su protagonista, con un momento de plenitud en el encuentro amoroso evocado en la insularidad juvenil y con años de delicioso vacío viviendo plenamente la vida romana. Todo es más que sobresaliente en esta película. Los bellísimos espacios. La apabullante puesta en escena. La intensa y ecléctica música. La fina ironía que casi coquetea con lo hilarante. Las reflexiones estéticas sobre la dolce vita de este cautivador maduro. Porque Jep Gambardella es el mejor anfitrión para presentarnos el sorprendente aparato humano que habita esta Roma decadente (es decir, intemporal). Da gusto seguirlo mientras nos descubre la sublime belleza de la ciudad en la noche y al amanecer. Acompañarlo en el interior de los palacios y en las terrazas con vistas. Disfrutar con él de la impostura de las performances sociales y del surrealismo de magos que llevan jirafas a las termas de Caracalla o de santas centenarias que hacen volar flamencos frente al Coliseo. Roma ya tiene su película de este siglo. Y el título se queda corto. Eso es lo que uno piensa cuando llegan los títulos de crédito y seguimos disfrutando de la belleza mientras navegamos por el Tíber al amanecer. 

¿Quién mató a Mariano Ferreyra?

de Alejandro Rath y Julián Morcillo. Argentina, 2013. 94. 
7 de diciembre de 2013. CCCB (Auditorio), Barcelona. DH Festival.

El 20 de octubre de 2010 un joven fue asesinado en Buenos Aires. Participaba en una manifestación apoyando a los trabajadores del ferrocarril que sufrían las consecuencias de la tercerización empresarial. Un periodista investiga sobre el tema. Y acaba escribiendo un libro que desvela las conexiones entre el aparato corrupto de los sindicatos gremiales, la tercerización económica y también la tercerización de una represión que ya no está a cargo de la policia sino de ese lumpenproletariado mafioso que allí se llama la patota de la burocracia sindical.

Una espléndida película sobre periodismo de investigación en el que un intérprete magnífico (Martín Caparrós) encarna a un periodista heroico (Andrés Oviedo). Un documental revelador con testimonios de los familiares y amigos del joven asesinado. Y una reconstrucción de lo que pasó en la calle entre los manifestantes y esa patota brutal en las horas previas al crimen. Tres espléndidas películas se unen en este magnífico documental (¿documental?) que por momentos me hace pensar en El estudiante de Santiago Mitre. Los hechos que se narran son impresionantes. La investigación de Oviedo está a la altura de las mejores historias de periodistas. Las intenciones son más que compartibles. Así que ha sido una suerte que esta tarde  nos hayamos encontrado en el CCCB (veníamos a ver la exposición de World Press Photo 2013) con la última jornada de este festival de cine sobre derechos humanos que incluye películas tan espléndidas como ésta y como A world not ours, la que vimos el domingo pasado en el Niemeyer.

La por (el miedo)

de Jordi Cadena. España, 2013. 73’. 
7 de diciembre de 2013. Cines Icaria, Barcelona. V.O.S.

Un día en una familia con miedo. El que sienten la mujer, el adolescente y la niña cuando el padre está en casa.  

Abundancia de planos muy cortos. Profundidad de campo mínima en los demás. Encuadres singulares. Sonido perfecto. Esos son los elementos que hacen meritoria a esta película cuando los personajes no hablan. Pero el guión la destroza. Sobre todo por la falta de verosimilitud de los diálogos. La historia requeriría bastante más que una revisión. También en ese final dramático de un tema que no necesita esos subrayados.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Juego de espías (Canfranc-Zaragoza-San Sebastián)

de Ramón J. Campo, Germán Roda. España, 2013. 65. 
6 de diciembre de 2013. Cines Alexandra, Barcelona.

Por la estación de Canfranc pasaba el oro que los nazis llevaron a Sudamérica a través España y Portugal. Y también informaciones que serían muy útiles para su derrota. Un grupo de aragoneses, vascos y franceses arriesgaron sus vidas para que esos informes llegaran a los aliados.

Sentí no poder ver este documental en el festival de Gijón. Así que me ha alegrado encontrármelo ahora en Barcelona. Su valor cinematográfico es limitado (solo los dibujos de algunos personajes y situaciones lo distinguen de un documental televisivo), aunque su propósito es más bien ser testimonio y reivindicación de las gestas de unas personas que vivieron en el anónimato durante décadas. La aparición en 2001 en la estación de Canfranc de algunos documentos reveladores sobre la importancia histórica de este paso fronterizo fue el detonante de una investigación que permitió dar con los hijos y los nietos de aquellos héroes (y con ellas mismas, en el caso de las niñas que también participaron). Eran personas corrientes que se arriesgaron a acabar en campos de concentración por colaborar en la lucha contra el nazismo. Pero mientras los franceses tuvieron el reconocimiento que merecían al terminar la guerra, aquellos españoles fueron encarcelados por unas actividades que durante demasiado tiempo han permanecido en el olvido. Como la propia estación de Canfranc, un lugar bellísimo y también olvidado. Como nuestra memoria histórica, un territorio propicio para este cine comprometido.

lunes, 2 de diciembre de 2013

A world not ours

de Mahdi Fleifel. Reino Unido-Líbano-Dinamarca, 2012. 93. 
1 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Mahdi Fleifel regresa cada verano a Ein el-Hilweh, el campo de refugiados del sur del Líbano en el que nació. Su padre grababa en video instantes de la vida cotidiana de esta familia de palestinos que emigraron a Dinamarca. Mahdi lo ha seguido haciendo y con las imágenes de cada verano muestra las vidas de familiares y amigos que siguen  allí.

Cine fragmentario y autobiográfico. Retales de grabaciones de video para construir una historia personal que es también la de una causa triste. Pero no es cine militante. No pretende otra reivindicación que la del sufrimiento de unas gentes sin futuro. Ein el-Hilwed es un campo de refugiados, pero no de los de tiendas blancas que levanta ACNUR para los dramas transitorios. Es una ciudad ruinosa en la que se hacinan miles de palestinos desde hace sesenta años. Algo de esas vidas es lo que nos muestran las cámaras de Mahdi y de su padre. Imágenes viejas de cuando los familiares y amigos eran más jóvenes. Imágenes nuevas en las que se ve con nitidez la ausencia de futuro ni esperanza. Sobre la vida en las ciudades palestinas es también interesante la edificante ficción que construyó Thierry Binisti con Una botella en el mar de Gaza. Pero la mirada cinematográfica de Mahdi Fliefel bebe de otras fuentes (¿quizá Ross McElwee?) y me recuerda a ese magnífico cine autobiográfico que, con motivos menos dramáticos, están haciendo algunos jóvenes directores aquí (León Siminiani, Daniel Castro...) El español de los subtítulos evidencia que esta interesante película (como tantas otras que vemos en esta sala) nos llega desde Buenos Aires. Es estupendo que el Centro Niemeyer parezca estar tan cerca de la calle Corrientes.