lunes, 30 de enero de 2017

Ore Ru (Esperando a Francisco)

de Armando Aquino. Paraguay, 2015. 70’.
30 de enero de 2017. Centro Cultural Paraguayo Americano, Asunción.

En julio de 2015 el Papa Francisco visitó Asunción. Vemos la espera y los preparativos del acontecimiento desde la perspectiva de cuatro personas sencillas. Una niña muy animosa que tiene cáncer, otra que vive en uno de los bañados (los barrios más pobres de Asunción), una indígena que es líder en su comunidad y una joven muy activa que sobrevivió a la tragedia de Ycua Bolaños en la que en 2004 murieron casi cuatrocientas personas. La llegada del Papa será muy emocionante para las cuatro.

Estoy en Asunción para el primer módulo de la segunda edición de la Cátedra CTS. Y justamente se celebra una semana de cine paraguayo en el CCPA. Así que podré aprovechar para ver algunas películas. La primera es este documental bien contado en el que se distinguen claramente dos partes que se podrían titular la espera y la llegada. La primera es un delicado retrato de la cotidianidad de esos cuatro seres humildes con los que es fácil sentir empatía y desearles lo mejor. La segunda parte, que incluye imágenes televisivas, retrata el acontecimiento que supuso en Asunción la llegada del Papa Francisco sin perder de vista las expectativas (algunas satisfechas, otras defraudadas) de esos cuatro personajes. Es un documental sencillo en su factura e intenciones, pero que se ve con agrado.

jueves, 26 de enero de 2017

Los del túnel

de Pepón Montero. España, 2017. 95.
26 de enero de 2017. Cines Parqueastur, Corvera.

Los del túnel siguen celebrando juntos el cambio que para sus vidas supuso la experiencia de pasar varios días atrapados allí. Al final el héroe de aquellos días no lo será tanto, ni tampoco será tan imbécil el que entonces lo parecía.

Una comedia que empieza justo donde terminan muchas películas de catástrofes. Arturo Valls hace de Arturo Valls en ese personaje entre jeta y patético que sirve de eje en una historia que tiene momentos bien escritos y con gracia pero también otros en los que se queda en un quiero y no puedo. Le falta algo de chispa para ser todo lo disparatada que podría y debería, pero tampoco resulta desagradable.

martes, 24 de enero de 2017

Loving

de Jeff Nichols. EE.UU., 2016. 123’.
24 de enero de 2017. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Mildred se queda embarazada y Richard le pide que se casen. Serían un matrimonio feliz  si no fuera porque en 1958 las leyes de Virginia no aceptaban que un hombre blanco y una mujer negra pudieran contraer matrimonio y tener hijos. Los Loving tuvieron tres pero lejos de su tierra porque, tras ser detenidos, fueron condenados a no poder regresar en venticinco años a ese estado. Su causa fue defendida en los tribunales por  activistas de los  derechos civiles. Y finalmente el Supremo de los Estados Unidos les dio la razón y pudieron volver a Virginia.

Jeff Nichols no defrauda con esta contenida historia sobre una pareja humilde y bondadosa que, sin pretenderlo, se conviritió en heroica. En Loving no hay efectismos. Solo instantes de la vida que comparten una mujer sencilla que sabe en qué consiste la dignidad y un marido de pocas palabras que es feliz trabajando como albañil, trasteando con motores de coches y, sobre todo, disfrutando de poder estar con ella y con sus hijos. Los dos personajes están muy bien perfilados e interpretados en una película en la que los ademanes son más importantes que las palabras. Pero es el personaje de Richard el que me resulta más interesante con esa radical modestia y esa voluntad obsesiva por proteger a su familia. Un hombre maltratado por la ley que encaja perfectamente en el retablo de personajes masculinos con problemas que caracteriza al cine de Joff Nichols. Personajes como aquel padre desquiciado y protector que bordaba Michael Shanon en Take Shelter, aquel fugitivo cautivador que tan contenidamente interpretaba Matthew McConaughey en Mud y ahora este hombre  bueno que Joel Edgerton hace tan creíble. Así que ha sido otra noche grata de buen cine en la que, además, ha pasado algo curioso. La película se iba a proyectar en versión doblada pero como estaba solo en la sala pregunté si podrían ponerla en versión original. Y muy amablemente atendieron mi petición.

domingo, 22 de enero de 2017

Fuego en el mar

de Gianfranco Rosi. Italia, 2016. 108.
22 de enero de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Gentes de Lampedusa y gentes que quieren llegar a Europa. Vemos la vida cotidiana y los afanes de un niño, de una anciana, de un locutor de radio y de un buceador que viven de forma sencilla en esa isla. Y vemos también el sufrimiento de quienes intentan llegar a ella y son rescatados en terribles condiciones en medio del mar.

Un extraño híbrido entre el sosegado vivir cada día en Lampedusa y las tragedias repetidas en el mar. Gianfranco Rosi ha conseguido que le dejen filmar de cerca todo el proceso de rescate de los inmigrantes y refugiados que no dejan de llegar a la isla. Y lo hace con una notable contención y evitando cualquier subrayado que estaría fuera de lugar para unas imágenes tremendas que deberían ser vistas por todo el mundo. La escena de los cadáveres abrazados en el barco y la del médico describiendo la impotencia y el vacío que deja tener que enfrentarse a tanta tragedia seguramente removerían algunas conciencias. Y ayudarían a tomar decisiones a esos gobiernos pusilánimes que, como el de nuestro país, no parecen sentirse concernidos por esto.

sábado, 21 de enero de 2017

La luz entre los océanos

de Derek Cianfrance. EE.UU., 2016. 130’.
21 de enero de 2017. Cines Parque Principado, Lugones.

En 1919 un hombre torturado por lo que ha vivido en la guerra encuentra la paz cuidando la luz de un faro en una isla solitaria. Allí consigue ser feliz con una joven que lo quiere. Tras dos embarazos malogrados sus vidas cambiaran con la aparición de una barca en la que hay un hombre muerto y una niña de pocas semanas. Ella lo convence para que no informe del suceso y se queden con la niña como si el segundo embarazo hubiera llegado a término. Pero los años de felicidad se acaban cuando él conoce a la mujer que perdió en el mar a un marido y una hija. 

Tras Blue Valentine y Cruce de caminos Derek Cianfrance sigue haciendo un cine de alto voltaje sentimental con esta historia clásica llena de dilemas difíciles en paisajes extremos. La luz entre los océanos es un drama antiguo, "un peliculón" como decían al salir de la sala los que la vieron detrás de nosotros. Es una historia de amor y desazón en la que Cianfrance consigue de nuevo que comprendamos y nos pongamos de parte de todos sus personajes. De una esposa que, con ese regalo del mar, tiene la oportunidad de ser madre cuando más lo necesita. De un hombre justo que por amor no cumple con su deber pero luego no soporta la culpa. De una madre angustiada que recupera a la hija perdida cuando ya tiene otra madre. De una niña que no puede entender por qué la arrancan de su vida. Y hasta del alemán muerto en el mar que prefería el perdón al rencor porque para perdonar solo hay que sufrir una vez y mantener el rencor supone sufrir a diario. Con una factura muy clásica, La luz entre los océanos nos presenta unos dilemas que  resultan bien actuales y reconocibles. Como los que siguen presentes en Argentina con los hijos de desaparecidos que sufren las consecuencias de un pecado original del que son inocentes. Frente al radicalismo moral, tan habitual cuando se tratan estos temas, me gusta la comprensiva y hermosa manera con que Cianfrance los aborda en su cine.

miércoles, 18 de enero de 2017

Qué verde era mi valle

de John Ford. EE.UU., 1941. 118.
18 de enero de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Recuerdos de infancia del hijo menor de los Morgan, una familia arquetípica de un pueblo minero galés. Los accidentes en la mina, las palizas en la escuela, los prejuicios y conflictos entre los vecinos. Todo eso visto desde la perspectiva del benjamín de una familia tradicional en la que la rectitud del padre, el carácter de la madre y la lealtad de los hermanos son como cabe esperar en un entorno así.

Con la magnífica calidad de proyección propia de esta sala vemos una película que, a pesar de sus tres cuartos de siglo, tiene unas imágenes tan impecables que parece que hubieran sido filmadas ayer. Los hermosos encuadres del pueblo y la torre de la mina, las imágenes de las muchedumbres que entran o salen de ella y los gestos expresivos de las gentes en los momentos más dramáticos del relato recuerdan las formas propias del cine mudo de Eisenstein. Pero la película tiene un guión rotundo y clásico que, con esa evocación subjetiva, confirma la tesis que viene a defenderse al comienzo de la historia: que la única patria verdadera es la de la infancia.

martes, 17 de enero de 2017

La La Land

de Damien Chazelle. EE.UU., 2016. 127’.
17 de enero de 2017. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Una historia de amor en Los Ángeles entre dos jóvenes con ilusiones. Él es pianista de jazz y quiere tener su propio club. Ella trabaja de camarera pero quiere ser actriz y estrenar una obra. Los vemos a lo largo de cuatro románticas estaciones con epílogo cinco años después.

Vaya por delante que las películas musicales de aquellas lejanas tardes televisivas de los sábados me resultaban insoportables. Solo Bailar en la oscuridad y, recientemente, Cerca de tu casa, han hecho que cambie en parte mi opinión sobre ese género. Cantantes singulares metidas a actrices y temas dramáticos de cierta enjundia han moderado mi antiguo desprecio por ese género clásico en el que los actores dejaban de repente de hablar para ponerse a bailar. Pero Emma Stone, Ryan Gosling y Damien Chazelle han conseguido acabar para siempre con mis prejuicios. Y lo han logrado con una historia de amor tan clásica como aquellas que yo detestaba. Emma Stone defendiendo un personaje delicioso con una expresividad que la hace merecedora de todos los premios que puedan darle. Ryan Gosling demostrando otra vez (como en Drive o en Blue Valentine) lo mucho que la cámara quiere a este chico menudito y de gesto contenido. Y Damien Chazelle construyendo una película preciosa y fiel a esa pasión suya por la música que hacía tan extraordinaria la áspera historia de Whiplash (no está reseñada en este blog porque la he visto en casa en video) y que me hace desear ver cuanto antes Guy and Madeline on a Park Bench (su primera película que, según creo, no se ha llegado a estrenar aquí). Y es que todo es magnífico en La La Land. La música dulce y con vocación de melodía clásica, las coreografías perfectas que en los primeros minutos ya son una carta de presentación apabullante de la extraordinaria calidad que tendrá la película, los planos larguísimos (para empezar el primero) tan maravillosamente concebidos que contemplar esas escenas resulta impagable. Y para rematar la historia y hacerla perfecta, ese final casi doble en el que ninguno de los tres renuncia a nada. Los dos personajes a sus afanes apasionados. Y Damien Chazelle a terminar su historia con un cierre impecable en el que sortea el típico final feliz de otros musicales pero no se priva de mostrarnos aceleradamente otra película posible. La que justifica los luminosos gestos de despedida de esos amantes inolvidables. Así que quedarse en la butaca escuchando la hermosa canción que acompaña los títulos de crédito resulta tan inevitable como seguir navegando por el Tíber cuando terminaba La gran belleza.

domingo, 15 de enero de 2017

Rara

de Pepa San Martín. Chile, 2016. 93.
15 de enero de 2017. Centro Niemeyer, Avilés.

Sara tiene trece años y vive en Viña del Mar con su madre, su hermana pequeña y la compañera de su madre. Las cuatro se llevan bien, pero Sara está pasando un mal momento. Su padre cree que la homosexualidad de la madre no es buena para las niñas. Por eso demanda su custodia.

Rara es la mirada de una niña sobre la cotidianidad feliz de su familia y sobre la forma en que algunos prejuicios adultos pueden cambiarle la vida. Pepa San Martin sitúa admirablemente su cámara para que podamos contemplar de cerca a esa niña que observa discretamente lo que está pasando a su alrededor. La mirada cinematográfica de la directora se sitúa  en la perspectiva del mejor hiperrealismo familiar. El que tiene a Jaime Rosales o a Stéphane Brizé como buenos maestros y al que Pepa San Martín aporta una historia sutil que, con unas actrices magníficas, consigue mostrar sentimientos universales a través de esta chilenísima familia. Su manejo del encuadre, de los intencionados desenfoques y de ese fuera de campo al que el personaje de la niña siempre esta tan atento como el propio espectador, hacen de Rara una hermosa ventana indiscreta desde la que podemos observar un universo familiar que habla de muchísimo más que de la homofobia chilena. Ojalá que Pepa San Martín siga haciendo tan buen cine. Y que podamos verlo aquí.

sábado, 14 de enero de 2017

Proyecto Lázaro

de Mateo Gil. España, 2016. 112.
14 de enero de 2017. Cines Parqueastur, Corvera.

Un hombre joven recibe la noticia de que solo le queda un año de vida. Con la esperanza de que su enfermedad pueda curarse en el futuro, decide organizarlo todo para ser criogenizado tras su muerte. La resurrección será en 2084, en un mundo muy distinto y con una vida que quizá no valga la pena.

El director de la estupenda Blackthorn se atreve con esta historia de ciencia ficción contada en dos tiempos: el de un futuro desangelado y el de un presente con alma que Mateo Gil decide mostrar a la malickiana manera. Una voz en off nos va explicando (a veces en exceso) lo que siente este Lázaro que, desde ese extraño más allá, comprenderá que la vida solo merece la pena en presente continuo y que la felicidad no puede fiarse a un futuro perfecto. Las referencias bíblicas (particularmente las terribles escenas del purgatorio) y la evocaciones del presente (aún más bello cuando se convierte en recuerdos desde el futuro) son lo mejor de una película algo parsimoniosa y con intenciones vitalistas.

miércoles, 11 de enero de 2017

Amor y amistad

de Whit Stillman. Irlanda, 2016. 94’.
11 de enero de 2017. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

La bella viuda Susan Vernon llega con una amiga a Churchill, la mansión campestre de la familia de su marido fallecido. Allí intentará atrapar a un rico para ella (por ejemplo, el hermano de la anfitriona) o para su hija (por ejemplo, un tipo particularmente idiota). Sus tretas casi siempre surten efecto. Pero encontraran dura resistencia en la familia que la acoge.

Una arpía en la campiña inglesa. Tal podría ser también el título de este agudo retrato interior de los usos y costumbres amatorios y familiares de la alta sociedad inglesa de finales del XVIII. Los diálogos entre ácidos y refinados, la trama muy bien hilvanada, la ambientación sencilla pero perfecta, las transiciones agradablemente musicadas y las interpretaciones muy ajustadas. Así es Amor y amistad, una delicia que no llega a ser comedia pero que deja ese regusto alegre de la flemática ironía inglesa.

sábado, 7 de enero de 2017

Silencio

de Martin Scorsese. EE.UU., 2016. 159.
7 de enero de 2017. Cines Parqueastur, Corvera.

En el siglo XVII dos jesuitas portugueses llegan a Japón para apoyar a las comunidades cristianas allí perseguidas. El último misionero que había viajado a aquel país acabó apostatando e integrándose en su cultura. La violencia y las torturas sufridas por los cristianos locales pondrán a prueba la fe de esos jóvenes misioneros.

Confrontar la resistencia de la fe jesuítica y la tenacidad de una cultura tan radical como la japonesa es el atractivo reto que se plantea Scorsese en este capricho cinematográfico en el que hasta Dios casi renuncia al silencio. La duración es lo peor de una película espléndidamente ambientada y en la que se muestra a los japoneses (entre sádicos y refinados) intuyendo las virtudes de técnicas similares a las del experimento Milgram para poner a prueba la fe de cualquier cristiano. Los dos misioneros están interpretados por Adam Driver y Andrew Garfield. Al primero lo hemos visto hace pocas semanas haciendo un papel muy distinto en la estupenda Paterson, la última película de Jim Jarmusch. Pero el segundo no consigue distanciar la gestualidad del misionero portugués de la del objetor religioso que protagonizó (también por tierras japonesas) en Hasta el último hombre de Mel Gibson. Está claro que es el prestigio del gran Scorsese lo que permite que se estrene en salas comerciales una película que, dirigida por cualquier otro, apenas tendría distribución.

miércoles, 4 de enero de 2017

Passengers

de Morten Tyldum. EE.UU., 2016.116.
4 de enero de 2017. Cines Parqueastur, Corvera.

Una nave espacial lleva a más de cinco mil pasajeros hibernados hacia un lejano planeta. El viaje durará ciento veinte años pero cuando aún faltan noventa para llegar al destino el impacto contra un gran meteorito provoca daños en la nave que hacen que uno de los pasajeros se despierte. Tras un año de soledad decidirá que quiere tener una compañera.

El director de The imitation game nos presenta esta historia futurista que, más que a la de Robinson o la bella durmiente, se asemeja a la de Adán y Eva en un paraíso viajero en el que él es un dios pecador que finalmente encontrará su redención con ella. La escenografía es magnífica y se hacen muy gratas esas dos horas que pasamos en ese inmenso y solitario Titanic sideral lleno de tecnologías del porvenir, entre ellas un barman androide de lo más comprensivo. Como corresponde a un paraíso así la pareja es muy guapa y molona. Pero, al modo del cine más palomitero, todo queda siempre muy clarito y sobreexplicado. Y es una lástima porque con una idea así (incluido ese deux ex machina que, destinado a morir, parecía inevitable que fuera negro) se podría haber hecho una película mucho más atractiva e inquietante. Pero, como ya vimos en Marte de Ridley Scott, parece que en el cine cósmico americano hay bastante miedo a seguir las maneras de Kubrick y dejar al espectador a solas con los misterios de otro planeta o de una nave lejana. Así que, con mimbres galácticos tan estupendos y una historia sobre Adán y Eva que podría haber tenido mucho más interés, uno acaba añorando los vértigos espaciales y sentimentales que hace tres años nos hizo sentir Cuarón más cerquita de la Tierra.

martes, 3 de enero de 2017

Frantz

de François Ozon. Francia, 2016. 113’.
3 de enero de 2017. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Anna vive con los padres de Frantz, su novio muerto en la Gran Guerra al que a diario pone flores en el cementerio. Allí descubre un día que un francés  también lo hace. Es Adrien, el joven que lo mató en una trinchera y que ahora busca el perdón de esa familia alemana.

El director de la magnífica En la casa filma esta historia que tiene vocación de película clásica. Y bien podría acabar siéndolo porque a unas imágenes hermosísimas y a una impecable ambientación en la Alemania rural y en el París de 1919 se une una historia magníficamente contada sobre el amor, el perdón y los desastres de la guerra. En lo formal, pocas veces el blanco y negro habrá sido tan pertinente, y tan oportunamente virado al color en algunas escenas.  En el contenido, tan interesantes son las terribles verdades y las mentiras piadosas que se muestran sobre la relación entre los personajes que vemos, como la presencia del personaje omitido que da título a la película y con el que los demás tuvieron (o podrían haber tenido) relaciones variables. Entre ellas las de ese francés que lo mató pero que bien podría haber sido su mejor amigo o incluso su amante. O las de la joven Anne que en su viaje a París intuye a un Frantz distinto del que conoció y descubre sentimientos extraños por Adrien, como el dolor cuando lo creyó muerto o la nostalgia de un amor imposible.

lunes, 2 de enero de 2017

La madre

de Alberto Marais. España, 2016. 89.
2 de enero de 2017. Teatro Filarmónica, Oviedo.

Miguel malvive con su madre. Ella no tiene trabajo y, aunque no quiere que vuelva al centro de menores, no es capaz de ocuparse de él. Para que la fiscalía no lo localice lo manda a vivir con un antiguo novio con el que acabó mal. Allí solo pasa una semana, pero al regreso ella ya no está.

La madre abre la V Muestra de Cine Social y Derechos Humanos que durante este mes se desarrollará en varias localidades de Asturias. Para presentarla ha venido a Oviedo Javier Mendo, el joven actor que interpreta con mucha contención el papel protagonista y que esta noche ha sabido suplir muy bien la ausencia del director. La madre tiene el estilo seco y desangelado propio de las películas cámara en nuca de los Dardenne. Y ni en el enfoque ni en la calidad formal tiene nada que envidiar al cine de los hermanos belgas. Los trabajos de Javier Mendo y Laia Marull son muy eficaces para unos personajes cuyo desamparo también podría haber servido de título para la película. El desvalimiento inestable de la madre que interpreta Laia Marull recuerda un poco al del personaje  de La Llista, el monólogo de representó hace unos meses en el Lliure. Contra lo que se destacó en el coloquio, la película no explica los motivos del fracaso de esa madre que no sabe serlo para su hijo. Ni lo que pasó para que él tuviera que vivir un tiempo en un centro de menores. Solo nos muestra ese desamparo radical que tan bien expresan las llamadas al móvil que ella no responde.  Y es precisamente la ausencia de explicaciones contextuales y la concentración en el personaje del adolescente lo que la hace muy estimable.

domingo, 1 de enero de 2017

Comanchería

de David Mackenzie. EE.UU., 2016. 102’.
1 de enero de 2017. Cines Los Prados, Oviedo.

Tras la muerte de la madre, uno de los hijos pide ayuda a su hermano recién salido de la cárcel para pagar la deuda de la hipoteca inversa que ella había contratado e impedir que el banco se quede con el rancho. El plan es asaltar juntos algunas de sus oficinas en Texas y Oklahoma.

Comenzamos el año con un magnífico western contemporáneo. Un western porque si en lugar de camionetas, carreteras y gasolineras viéramos caballos, senderos y paradas de postas, podríamos decir que esta es la historia de dos comanches que defienden sus tierras y dos rangers que quieren capturarlos. Y contemporáneo porque la película contiene también una trama ética que emparenta esas praderas abiertas del Medio Oeste codiciadas por los bancos y las empresas del petróleo con esos rascacielos de Manhattan desde los que los tiburones de los negocios etéreos hipotecaban en Margin Call el futuro de la gente. Comanchería tiene unas interpretaciones impecables con unas simetrías muy interesantes entre las parejas protagonistas de los dos hermanos y los dos policias. También tiene un guión magnífico con escenas de maneras más que clásicas (como la del encuentro final entre el policía jubilado y el hermano que ha conseguido salvar el rancho), una fotografía entre cálida y crepuscular, y una banda sonora siempre pertinente que evita los subrayados innecesarios. Si a todo eso se añade un cuidado exquisito de la versión española, en la que se subtitulan todas las canciones y todos los rótulos con textos relevantes (como se debería hacer siempre), y la estupenda impresión que da estar en una sala de cine casi llena el primer día del año, podemos decir que Comanchería, además de un estupenda película, ha sido hoy una gratísima experiencia cinematográfica.